­La educación pública recibió ayer sepultura en pleno centro de Vara de Rey, donde medio millar de profesores y algunos alumnos participaron vestidos totalmente de negro en un sepelio cargado de reproches al PP. Hubo una mención especial a los representantes ibicencos en el Parlament balear, con el presidente del Consell, Vicent Serra, a la cabeza, por no haber hecho nada para evitar los recortes impulsados por el tándem «José Ramón Bauzá y Rafael Bosch», en Palma, y «Mariano Rajoy y José Ignacio Wert» desde Madrid.

La protesta terminó con el desfile de carteles con los nombres escritos de cada uno de los ´cómplices pitiusos´ de lo que los congregados califican de «asesinato a sangre fría»: ´Pere Palau, Virtudes Marí, Carolina Torres, Miquel Àngel Jerez, Josep Torres, Catalina Palau y Vicent Serra diuen sí a les retallades´, denunciaban los que acudieron a dar el último adiós a la enseñanza tal y como era hasta la irrupción de la inmisericorde tijera.

Antes de finalizar el velatorio, un profesor de riguroso luto y con sombrero de copa leyó un duro responso en recuerdo de la finada, en el que se tuvieron palabras de cariño para «los hijos que ha dejado huérfanos de madre: la convivencia, que ha enloquecido desconsolada y ahora reparte puñetazos» donde antes había cariño; ya «ni se habla con su hermano civismo», que ha enmudecido y ni se le ve por las aulas. La tragedia también ha «hecho perder los papeles a la salud y la alimentación», que se han entregado a «las drogas y el sedentarismo» sin el referente de su madre.

También la «cultura sufre un desequilibrio emocional» por la desaparición de su hermana, la educación, tanto que «incendia su propia casa» y se deshace de libros, instrumentos y partituras que antes la llenaban de orgullo.

«Lamentamos todo lo que ha pasado, sentimos rabia», dijo el oficiante en nombre de los congregados, exigiendo responsabilidades a los políticos que han decidido esos recortes fatales, desde los políticos del Gobierno a sus partidarios en las islas: «También son cómplices y les podemos pedir explicaciones. No son conscientes del mal que han hecho. Nadie merece esta lamentable pérdida», aseveró entre la ovación general de los manifestantes.

Tras un breve velatorio, amenizado a ritmo de las marchas fúnebres de una formación de timbals i dolçaines valenciana, el oficio fúnebre se dio por finalizado retirando los féretros de cartón y papel maché (hubo dos) con los despojos de lo que hasta hace unos meses era, con sus más y sus menos, un orgullo para los profesionales de la educación («cuidaba bien de sus hijos», reconocía el profesor del responso), presumiblemente a su última morada.

Los había que, como el mallorquín Joan Toni, ya saben que esta desaparición les costará el empleo: «No tendré», decía este profesor de Primaria a quien las opciones de lograr una sustitución el próximo curso se le han «cerrado prácticamente». O como a una profesora de Matemáticas interina que se ve empaquetando sus maletas de vuelta a Valencia. Su futuro «está en el aire», coincidía un compañero de la anterior, especialista en Latín y Griego, que tampoco sabe si podrá trabajar y que cada viernes se sorprende con «las decisiones y los cambios de idea» del Govern.

A otros la pena no les abstrae de la preocupación por saber cómo darán clase con hasta 40 alumnos, como le sucedía a Sara: «Este año ya tenía un grupo con 36 y es muy difícil, no podremos dar abasto para hacer un trabajo bien hecho». Con los de Bachillerato, el escollo se supera porque «están motivados», por contra, en Secundaria, 35 alumnos resultarán «incontrolables».

La comitiva fúnebre partió en torno a las 19 horas del parque de la Paz de Vila hacia las calles del Eixample al ritmo de las marchas fúnebres, que hicieron preguntarse a más de un transeúnte qué era aquello y a dónde iban todos tan tristes y enlutados.

«No saben lo que nos estamos jugando», decía el estudiante de tercero de ESO Gustavo, crítico con los de su gremio porque fueron muy pocos los que acudieron al sepelio. «Han recortado de lo más importante y no de lo que se llevan el Ejército o la religión». El curso que viene «no cabremos», decía Alba, también estudiante, «será horroroso», porque «con 15» ya van justos en su centro. «No me creo que no haya dinero para la Educación», aseguró.

La comitiva fúnebre recorrió la calle Aragón en sentido inverso hasta Vara de Rey para rendir un sentido homenaje póstumo a la Educación, de cuerpo presente, y hacerle entrega de coronas de flores (de papel maché, naturales, de cartón o incluso de papel de periódico) de los centros de Secundaria de las Pitiusas, algunos colegios y varias más elaboradas por docentes y colectivos de la comunidad educativa. Como es habitual, los asistentes desfilaron uno a uno ante el féretro para dar su último adiós.