­El Plan Hidrológico de Balears aprobado el año pasado y que acaba de concluir su periodo de exposición pública prohíbe nuevas concesiones para la captación de agua subterránea destinada a regadíos o ampliación de los ya existentes mediante el empleo de agua de pozos o manantiales. Esta norma será general para todo Balears y solo se exceptuarán aquellos casos en que se justifique ante el Govern «la imposibilidad de aplicación de recursos alternativos». Así figura en el artículo 132.2 de la normativa del plan, que persigue «limitar el consumo de recursos hídricos convencionales para riego» y sustituirlos por «aguas residuales regeneradas», es decir, procedentes de depuradora.

Este precepto contrasta con el artículo incluido en el nuevo Decreto de Urbanismo Sostenible que deja de exigir licencia para abrir pozos y considera suficiente una comunicación previa al Govern.

El Plan Hidrológico, elaborado durante la anterior legislatura del Govern, establece que «se potenciarán las actuaciones que supongan un mayor ahorro de agua: cultivos y prácticas de bajo consumo, reutilización de aguas regeneradas y reducción de dotaciones por aplicación de técnicas más eficientes».

El plan, asimismo, señala que Ibiza, pese a tener una población superior a la de Menorca, dispone de menos agua subterránea que dicha isla. En concreto, el volumen disponible que se calcula para 2015 es de 13,21 hectómetros cúbicos, cuando Menorca tendrá 14,5.

Acuíferos sobreexplotados

Según la documentación que acompaña la normativa, el 78,7 por ciento del agua subterránea de la isla de Ibiza está salinizada o es de mala calidad, mientras que este porcentaje es del 100 por ciento en la isla de Formentera.

Las zonas más sobreexplotadas o de peor calidad de Ibiza son Santa Agnès, el Pla de Sant Antoni, Cala Llonga, Roca Llisa, Cala Tarida, Jesús y sa Serra Grossa. Aunque estos datos son de 2006, otros documentos que obran en la voluminosa documentación del Plan Hidrológico –varios cientos de páginas, entre Memoria, Normativa, Evaluación de Impacto Ambiental y anexos– y que son más actuales apuntan a un mantenimiento general de la situación, con algún cambio según el lugar. Así la zona del río de Santa Eulària aparece ahora sin riesgo cuando en 2006 sí lo estaba, y lo mismo sucede con es Canar. En cambio, Port Roig (Sant Josep) no estaba en peligro antes y sí lo está ahora.

La situación de Formentera es especialmente dramática, pues sus tres zonas hidrológicas, la Mola, es Cap de Barbaria y la Savina aparecen con la categoría de ´Excepcionable´, que son aquellas masas de agua que «por una u otra causa no alcanzarán nunca el buen estado», pues tan negativa e irreversible es su situación.

Se da la circunstancia, además, de que la capacidad técnica de desalación instalada sobre la isla de Ibiza ya supera al volumen que generan los acuíferos subterráneos. Mientras que el agua disponible del subsuelo ronda los citados 13,2 hectómetros cúbicos anuales, el caudal de agua desalada que generan las tres plantas de la isla –incluyendo la de Santa Eulària, ya acabada, pero aún no inaugurada– asciende a 15,1 hectómetros cúbicos al año. La misma situación se produce en Formentera, donde el subsuelo apenas permite disponer de 0,06 hectómetros y la desaladora que funciona en dicha isla genera 1,46.

Orden de prioridades

El Plan Hidrológico de Balears establece un orden de prioridades para el destino del agua. En primer lugar aparecen los usos de abastecimiento urbano, incluidas las industrias de bajo consumo, entendiendo por tales las que tengan un consumo máximo anual menor a 2.000 metros cúbicos. En segundo lugar aparecen los usos agropecuarios existentes, excluidos los regadíos, salvo en fincas con casa habitada, en los que se podrán atender regadíos de hasta 2.000 metros cuadrados.

En tercer lugar se citan los regadíos y otros usos agrarios existentes; en cuarto lugar usos industriales no incluidos en el primer apartado; en sexto puesto se incluyen los usos ambientales, en el séptimo la acuicultura y, finalmente, se alude en octavo lugar a ´otros aprovechamientos´.