El periodista e investigador Xicu Lluy Torres (Ibiza, 1963) falleció a primera hora de la mañana de ayer víctima de un cáncer que se le había diagnosticado tres años atrás y contra el que libró una lucha ejemplar hasta el último momento. Con la muerte de Lluy desaparece el periodista que, mucho antes de que se acuñara la expresión ´memoria histórica´, recuperó el drama de numerosos ibicencos y formenterenses que murieron, fueron represaliados o tuvieron que exiliarse por pertenecer al bando republicano en la Guerra Civil española.

Gracias a él, los pitiusos conocieron que en la contienda de 1936 no solo se produjo la matanza del Castillo, sino que también hubo profesores, payeses, comerciantes o intelectuales que murieron a manos del bando franquista e incluso en los campos de exterminio nazi, a donde fueron a parar huyendo precisamente de Franco.

Xicu Lluy, licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona –ciudad a la que siempre estuvo sentimentalmente unido–, empezó a trabajar en la delegación ibicenca del diario Última Hora en 1986. Pero fue a principios de los años 90, siendo redactor de La Prensa de Ibiza, cuando descubrió, a través de la obra de Montserrat Roig, que hubo ibicencos y formenterenses que murieron en los campos de exterminio nazis. Ese hallazgo cambiaría su vida para siempre. Publicó el trabajo en forma de libro (´Eivissencs i formenterers als camps nazis´, Premi de la Nit de Sant Joan de 1993) y ahí comenzó una incansable trayectoria en pos de las víctimas republicanas de la Guerra Civil. Detrás de él vendrían otros investigadores, pero Xicu Lluy fue el primero que abordó de forma sistemática, general y amplia esta ardua tarea.

Acometió su tarea, dentro y fuera de Ibiza, con el entusiasmo y la meticulosidad que le caracterizaban, siempre apoyado por su compañera, la también periodista de Diario de Ibiza Elena González. Recorrió numerosas ciudades españolas y francesas en busca de supervivientes y así alumbró nuevas publicaciones (´Visca Cardenas! L´exili americà dels republicans pitiüsos´, Premi Baladre de 1998) y también documentales en vídeo.

La elaboración de estos últimos trabajos le llevó a trasladarse a México en 2002, donde él y Elena pasaron una larga temporada recopilando información. Xicu Lluy ya nunca se separaría de México. El país azteca dejó en él una huella indeleble y en lo sucesivo acabaría viviendo tanto tiempo allí como en Ibiza, enamorado como quedó de la inmensa capital americana, que conocía como un mexicano más y no como un turista ocasional y superficial.

En el plano personal, Xicu Lluy fue siempre un hombre de izquierdas y que, además, vivió con arreglo a sus convicciones. Republicano hasta la médula y austero hasta la exageración, poseía una personalidad vital, enérgica y entusiasta.

Nació para ser periodista. Siendo aún niño, llenaba cuadernos y cuadernos con las crónicas futbolísticas de cada domingo, que acompañaba de dibujos. Antes de los diez años escribió incluso una especie de novela. No había duda de cuál era su vocación. Desarrolló su profesión en varios medios de Ibiza –entre ellos Diario de Ibiza– y en todos ellos demostró lo justificado del apelativo que a veces le dedicaban sus compañeros: ´Xicu-tres-paginotes´, pues suele considerarse que escribir tres páginas en un día marca el umbral de la capacidad máxima de un periodista. Todo lo acometía con entusiasmo, tanto si era una información de calado político como unas fiestas patronales.

Dotado de una memoria prodigiosa, esta facultad le permitía enumerar, sin margen alguno de error, el listado completo de ganadores del Tour de Francia –otra de sus grandes pasiones– de las últimas décadas, así como el palmarés completo de los más destacados ciclistas de la historia. Esta afición la compaginaba con su devoción por el jazz, que le convertía en asiduo del festival que se organiza en Dalt Vila –y en otros de España– y en verdadero experto en la materia. Si hubiera que elegir una banda sonora de su vida, esta la habría compuesto Vinicius de Moraes o Tete Montoliu.

Carente del más mínimo sentido de maldad, desprovisto de doblez alguna, Xicu Lluy era una persona franca, llana y sincera. No era de los que se entregaban al cotilleo o a murmuraciones; jamás se entrometió en la vida de los demás.

Mendoza y los hermanos Marx

Si Eduardo Mendoza fue su escritor favorito –no paraba de recitar algunos de los pasajes más hilarantes de ´El laberinto de las aceitunas´ o ´El misterio de la cripta embrujada´ mientras estallaba en risotadas–, su referencia cinematográfica fueron los hermanos Marx, de los que poseía su filmografía completa, que revisaba con fruición.

Con esas preferencias culturales no es extraño que disfrutara de un sentido del humor que no agotó ni siquiera en los momentos más duros de su enfermedad. «Ahora es el momento de comprar una casa, como no podré pagarla...» fue uno de los comentarios que hizo ante sus amigos al saberse desahuciado por los médicos.

También era el presidente honorario de una Plataforma Pro Acervo que, en realidad, solo existía en su pandilla más íntima, y que tenía como misión recuperar palabras pomposas y ya anticuadas. Él y un compañero del periódico de la competencia rivalizaban por colar en sus noticias alguno de estos vocablos, burlando el control de los correctores. Cuando conseguía su objetivo, Xicu Lluy telefoneaba por la mañana a su colega del otro diario: «Eh, tú, lee el cuarto párrafo de la noticia de la 8. ¡He colado ´el galeno galo´!», en vez del médico francés. Así era Xicu Lluy.

Xicu Lluy Torres. El velatorio tendrá lugar hoy desde las 11 h. en Pompas Fúnebres Ibiza. El funeral se oficiará a las 15 h. en la iglesia de Santa Creu.