Ni virus y bacterias, como en ´La guerra de los mundos´, ni aguerridos guerreros, como en ´V´, para acabar con los bichos invasores: en el Consell confían en el Real Decreto 1628/2011 de 14 de noviembre para erradicar las culebras que desde hace unos años se han colado en las Pitiüses ocultas en los olivos y que incluso se han asentado y se reproducen. El decreto incluye un catálogo de especies exóticas invasoras y establece las medidas para combatirlas y así evitar que eliminen a las autóctonas. En Ibiza se tiene especialmente miedo a dos de los ofidios que aparecen en esa lista: la culebra bastarda y la de herradura, ya que ambas son «potencialmente dañinas» para las lagartijas pitiusas, según Jaume Estarellas, técnico de Biodiversidad del Consell de Ibiza. La de escalera preocupa menos porque, al ser nocturna, descarta a las Podarcis pityusensis de su dieta: prefieren los ratoncitos de sangre caliente.

Son dañinas porque se comen las lagartijas. Al menos eso es lo que hacen en la Península y lo que los biólogos creen que hicieron en Mallorca y Menorca hasta eliminar a las autóctonas. De ahí el temor de los expertos pitiusos y su alivio al ver que el real decreto incluía a esas dos especies como invasoras. Lo cual no ha sido fácil, pues tanto la bastarda como la de herradura están protegidas en toda España: «No es que allí estén en peligro de extinción, pero tampoco sus poblaciones están muy bien. Incluso hay proyectos para recuperarlas en la Península», explica Estarellas.

Y ese era el principal obstáculo al que se enfrentaban los agentes de Medio Ambiente cuando se topaban con uno de esos reptiles: «Si no las puedes coger y devolver a su medio, si no tienes más remedio que matarlas, con medios no agresivos para que no sufran, cómo lo haces si es una especie protegida en el ámbito estatal. Se crea una situación extraña en la que si te coge un guardia civil y aplica la normativa a rajatabla te cae una multa de cuidado, pues estás eliminando o perjudicando a una especie protegida». Pero con el real decreto han cambiado las reglas del juego. Para peor en el caso de las culebras: «Con el decreto ya no son especies protegidas en Balears y, además, el Govern puede aplicar medidas concretas para evitar la entrada de estas especies», detalla el biólogo.

Dónde y cuántas

De momento, el Govern ha encargado «a la Sociedad Española de Herpetología que realice una primera valoración de lo que se tiene que hacer en Ibiza. Lo primero que hay que hacer es un estudio de la población de serpientes existente». ¿Y cuántas hay? «Contarlas es difícil, pues es un bicho difícil de estudiar. Se esconde, hiberna, es esquivo, se alimenta solo a ciertas horas del día. El conteo es imposible. Hay que hacer índices de abundancia, aproximaciones», explica Estarellas.

También es preciso saber dónde están para, en función de ambos parámetros (cantidad y expansión), «ver si se pueden aplicar unas medidas u otras». El estudio es «una primera radiografía» que determinará «el alcance del problema». A juicio de Estarellas «se pueden dar dos extremos: que la especie esté muy extendida en todo el territorio y haya bastantes, por lo que la erradicación sería muy difícil, casi imposible; o que la población se haya establecido y críe pero esté concentrada en determinados puntos. En este caso sería más factible erradicarlas». El responsable de Biodiversidad considera que en Ibiza hay «una situación intermedia. Hay dos núcleos importantes, en Sant Llorenç y en Sant Rafel. Allí es donde hay que hacer todo el esfuerzo».

Además de intentar eliminarlas, otro de los objetivos será la prevención, promover medidas de control de entrada: «Esas serpientes no han llegado volando, vienen en los troncos y raíces de los olivos de uso ornamental. Y vienen hibernando», subraya.

Aún no han acordado cómo impedir que continúe la llegada furtiva de esos ofidios: «Hay que concretarlo, pero se podría habilitar una zona de cuarentena en el puerto para poder revisar los olivos y que puedan permanecer allí un tiempo. El método del perro va muy bien porque el agua a presión no funciona cuando el árbol tiene un cepellón –tierra adherida a las raices– enorme». Cánidos adiestrados y de buen olfato serían los encargados de detectarlos: «Avisan dónde están. La serpiente, en cuanto te ve de lejos, se esconde. Además, captan las vibraciones de los pasos. Los perros las ven de lejos», afirma Estarellas.

Otra medida que sugiere que se podría emplear pero que aún se ha de estudiar es que se prohíba la entrada de olivos durante el invierno, ya que es la época en que las culebras hibernan y es más difícil detectarlas: «Ese es el periodo más delicado, pues se pueden colar más fácilmente. Sería evitar que llegaran en esa época, como una especie de veda», indica, aunque reconoce que esa idea choca con la ley de libre comercio.