­La mayoría de las monedas encontradas en las tumbas excavadas de las necrópolis de Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga) y Ebusus (Ibiza, Puig des Molins) podrían haber sido utilizadas a modo de talismán y no como óbolo de Caronte —el pago que los difuntos debían realizar a Caronte para poder pasar a través del río Aqueronte al más allá—, según refleja un estudio de investigadores de la Universidad de Cádiz. Estos tratan de cotejar lo ocurrido en estas necrópolis con otras que sean, por ejemplo, de tradición ibérica o celtibérica, e investigar así los cambios producidos a partir de la presencia romana.

Explica la universidad gaditana que el trabajo que coordina la profesora Alicia Arévalo trata de documentar arqueológicamente la presencia de monedas en las necrópolis de las antiguas ciudades de Gadir, Malaca y Ebusus, además de analizar su significado: todo ello sin perder de vista en ningún momento lo que ocurre en el resto de Hispania y en el contexto mediterráneo. Para entender mejor este proyecto es necesario tener en cuenta que, hasta la fecha, casi siempre se ha vinculado la aparición de la moneda en una tumba con el óbolo de Caronte ya que estas monedas, puestas en la boca del cadáver, simbolizaban el pago que los difuntos debían realizar a Caronte para poder pasar a través del río Aqueronte al más allá.

Monedas talismán

No obstante, tal y como explica Alicia Arévalo, «no siempre la moneda en una tumba tiene que ser interpretada de esta forma». En Cádiz, por ejemplo, es «muy frecuente» que aparezcan monedas cada vez que se excava una necrópolis y «muchas» de ellas se han mostrado dispuestas en determinadas partes del cuerpo del difunto como pelvis, pies o capacidad torácica, entre otras. Por ello, entienden que «es posible» que la moneda cumpliera otra función: el papel de talismán, de amuleto protector, «ya que la moneda también estaba considerada un objeto sagrado al tener en ella representada la divinidad».

De igual forma, destaca que en la búsqueda de rasgos que definan y caractericen el mundo funerario, la moneda se presenta «como un referente privilegiado» al aportar datos significativos sobre sus creencias religiosas, sobre su función en el ámbito funerario y sobre sus diferentes usos en el ritual y en la liturgia desarrollada en torno al difunto.

Estos aspectos no han sido tratados con profundidad hasta ahora, ya que «a menudo se aplica cierta vaguedad conceptual, derivada de un tratamiento poco sistemático y actualizado de los datos», puntualiza la profesora Arévalo. Para ello, se ha creado un equipo de investigación interdisciplinar de arqueólogos, filólogos y numismáticos que trata de reunir todas las evidencias arqueológicas disponibles al respecto y proceder así a su interpretación histórica.

Desde el grupo HUM-440 señalan que igual que existía la creencia de que al difunto había que darle comida para que partiera hacia el más allá, también había que darle un bien material como el dinero. De hecho, en Cádiz han aparecido los restos de lo que podría haber sido una especie de hucha junto a la que han encontrado un conjunto de 34 monedas, todas ellas documentadas de manera fragmentada.

De este modo, según el estudio, puede existir una variedad de significados asociados a la moneda en el mundo funerario que, en un primer momento, el equipo de investigación ha centrado en Gadir (Cádiz), para después comparar este caso con el de dos necrópolis púnicas más como Malaca (Málaga) y Ebusus (Ibiza), «porque son ciudades de antigua raigambre semita».

El intervalo cronológico del estudio se centra entre la fase tardo-púnica y finales del Mundo Antiguo, lo que permitirá valorar diacrónicamente el proceso a lo largo del tiempo, especialmente atendiendo a tres etapas: protohistórica (siglos IV-III a.C.), romana (siglos II a.C.-III d.C.) y tardoantigua (siglos IV-VII d.C.).