­Ramón Ferrer Ferrer, que fue bautizado en la iglesia de Sant Telm en 1797 –al día siguiente de nacer–, pudo haber sido humilde en sus orígenes, pero acabó alcanzando una acomodada posición gracias a sus negocios legales y, sobre todo, los ilegales. «Ferrer no era un pobre capitán de una sola, pequeña y modesta embarcación, llamada ´Amistad´. Poseía también otro barco con el cual hizo viajes transatlánticos (el ´Bella Antonia´). Además de eso, sabemos que Ferrer era copropietario al 50 por ciento del ´Vapor Principeño´», relata el estudio de la Universidad de Puerto Rico.

A parecer, Ferrer intentó hacia 1836 o 1838 «un gran negocio transatlántico» con el ´Bella Antonia´, para el tráfico de esclavos directamente desde África, entonces casi monopolio de los portugueses. Pero «todo indica que Ferrer no tuvo éxito en su empeño de ampliar su negocio ilícito», añaden los investigadores.

En todo caso, la cosa le había ido bien en general, porque a pesar del desastre de la ´Bella Antonia´, poco después invirtió 6.000 pesos –entonces una verdadera fortuna– en la sociedad propietaria del ´Vapor Principeño´, lo que demuestra «una rápida acumulación de capitales que sugiere no ser posible únicamente con el trabajo en la goleta», afirma Zeuske.