Ramón deja las cosas claras: en el ´Vitamina B´ —«ni en ningún otro barco»— no se corre, no se salta, no se pasa de popa a proa (o viceversa) sin avisar y no se habla durante las maniobras. Los once alumnos del colegio Guillem de Montgrí, sentados ya a popa y con los chalecos salvavidas puestos, apenas parpadean mientras habla el capitán. Ellos y sus otros diez compañeros de clase, embarcados ya en el ´Rana Rosa´, son los primeros en soltar amarras en la edición de este año de la Setmana del Mar, impulsada por el Club Nàutic de Sant Antoni.

Esta no es la primera vez que escuchan algunas de las indicaciones de Ramón. A primera hora de la mañana, Nuria, monitora, ya se las ha adelantado en el discurso de bienvenida, en el que se ha ganado la simpatía de los escolares al asegurarles que su trabajo sobre las medusas (con el que quedaron cuartos) le había gustado «mucho, mucho». Los niños ríen cuando Nuria les explica para qué sirve el cuaderno de bitácora: «Es para escribir lo que pasa durante el día. Por ejemplo: hoy se han caído dos niños al agua». La monitora matiza después, sin que los alumnos se enteren, que en las 17 ediciones esto no ha pasado nunca.

Vanessa, la cocinera de la Setmana del Mar y «la que manda más, después del capitán», saluda a los niños. «¡A ver si nos das bien de comer!», bromea Juan Pedro. «¡A ver si os portáis bien!», contesta, divertida, Vanessa. Rumbo al ´Vitamina B´ se cruza con Lina, la educadora ambiental, que llega preparada para su primera intervención de la semana. Divididos en dos grupos (delfines y tiburones) los niños aprenden que el corb marí se sumerje hasta 40 metros, que puede hacerlo porque no tiene una glándula especial para impermeabilizar sus plumas y que, precisamente por esto, después de zambullirse le pesan tanto que tiene que secarse al sol extendiendo las alas. El tiempo para las explicaciones en tierra se acaba. Toca ponerse el chaleco salvavidas, coger el saco de dormir y las mochilas con una muda para cambiarse tras la noche a bordo. «No os los apretéis mucho», les recomienda Nuria. «¡Me ha tocado el 2, como Dani Alves!», exclama uno de los niños, mochila del Barça al hombro, caminando por el pantalán.