Y no es un esfuerzo baladí, porque ese significado de los nombres de lugar suele descubrirnos su naturaleza, su historia y, en ocasiones, también su leyenda. Hay lugares antroponímicos que mantienen el nombre de quien vivió en ellos o fue su propietario; otros recuerdan un hecho importante o nos hablan de una actividad que allí se hacía. Y hay, también, topónimos sólo descriptivos que refieren su orografía, botánica, zoología o cualquier circunstancia o detalle que permita identificarlo. Los marineros, por ejemplo, están familiarizados con los motivos topográficos de las costas que les permite reconocer cada lugar por sus promontorios, cabos o ensenadas. Cerca de Tarragona hay un tramo litoral con dos conos iguales y perfectos que para los pescadores son ses Mamelles. Y en la costa ibicenca, sin ir más lejos, tenemos topónimos metafóricos como la Catedral, es Frares o la Mare de Déu.

Y por lo que se refiere a Formentera, su toponimia nos sorprende, no sólo por lo que nos dicen sus nombres de lugar, sino por lo que todavía esconden y pueden decirnos. Invito al lector a que haga su propia exploración con un buen plano de la isla. Yo he utilizado el mapa topográfico del Instituto Geográfico Nacional y sé que las piedras hablan, que la lectura del paisaje es instructiva y divertida. Antes, sin embargo, quiero aclarar que la excursión que aquí hacemos es la de un aficionado, un juego que nace de la curiosidad. Las sugerencias que se apuntan quedan para que después las ignoren o criben los especialistas. En cualquier caso, la etimología está lejos de ser una ciencia exacta y sus lecturas están en continua revisión. Un buen ejemplo lo tenemos en la misma palabra Formentera que todavía no sabemos si proviene de promontoria, frumentum o fermentum. Lo dicho: aquí nos conformamos con llamar la atención sobre lo que los topónimos pueden decirnos. Y por simplificar el recorrido, agruparemos las voces por familias, en función de su significado.

Existen, para empezar, nombres de lugar que parecen recordar a la desaparecida foca monje: es Iai Marí, Punta des Bou, Pou des Verro, Punta des Vell Marí, Racó des Cans o es Ca Marí. Otros topónimos nos remiten a los tiempos en los que Formentera fue un nido de piratas bereberes que desde allí lanzaban sus razzias a la Pitiüsa mayor. Es el caso del Cap de Barbaria, Porto Saler (en su segundo término), es Racó des Moro o el poético Abà Saduré.

Agua potable

Algunos nombres de lugar parecen sugerir la insólita presencia de agua potable y así tenemos sa Cova de s´Aigua, s´Illa des Pouet, s´Abeurada, es Pou de Llevant o s´Illa de s´Aigua Dolça. También nos encontramos nombres que guardan memoria de actividades humanas, caso del Carregador de sa Sal, s´Estany des Peix, ses Pesqueres Altes, sa Pedrera d´en Coix, sa Punta de sa Pedrera, es Torrent de sa Fusta, es Racó de sa Llenya o s´Illa de ses Parreres, que recuerda la costumbre de secar el pescado en troncos secos de sabina. Algunas voces, en cambio, retienen algún hecho significativo: sa Síquia nos habla de la abertura al mar de s´Estany Pudent para oxigenar sus aguas estancadas; sa Punta de sa Fragata nos habla de un naufragio, mientras que sa Punta de sa Torreta y sa Guardiola –pequeño sitio de guardia– es muy posibles que identifiquen antiguos puntos de vigilancia costera. Algunos han dado este mismo sentido a s´Espalmador, pero es una voz que también puede referirse al lugar donde se limpiaban y calafateaban las embarcaciones con alquitrán y sebo.

Los topónimos más comunes describen orografías: sa Punta des Pas, para el pequeño freo entre s´Espalmador y Formentera; sa Boca, para el canal que abre al mar s´Estany des Peix; s´Illa Rodona, s´Illa Plana, Punta Prima, Punta Rasa y Punta Llarga se refieren a la forma que tienen islotes y cabos. Y en este sentido, son asimismo explícitos nombres como es Racó des Cingles, sa Platja de ses Canyes, Racó des Forat, s´Ullal, sa Cova Foradada, es Codolar (platja de codols), es Cocó Llarg, (´cocó´ como hoya), Racó de sa Cova Grossa, Cova des Porxos, etc. Y tampoco faltan nombres de situación: Racó de sa Pujada, Esculls de Llevant o Illa de Tramuntana. Algunos topónimos tienen origen incierto, pero sugerente: sa Punta de Trucadors, de ´truc´ o llamada, podría significar, por el azote del mar que tiene la zona, algo así como la ´Punta de los rompientes´. S´Estufador sería literalmente el ´Soplador´ y recogería el bufido del mar en las oquedades.

Y si es Carnatge proviene de carnaza, carnicería o mortandad, sería un topónimo inquietante. También tenemos nombres de lugar que, a pesar de su sencillez, no sabemos a qué se refieren: Racó de ses Ampolles, Caló de s´Oli, Cova des Cabrit, Racó des Cargols, s´Església, sa Xíndria, es Pujol des Vi, etc. Y, finalmente, para mí tienen un especial interés, porque nos permiten soñar, los topónimos legendarios que, en algunos casos, han inspirado conocidas rondallas: Sa Cova de sa Mà Peluda, sa Punta de sa Gavina, sa Punta Negra, sa Cova des Fum, es Caló des Mort, sa Cova Mala, es Mal Pas, es Torrent de sa Falsia –en el sentido de traición o engaño–, s´Illa de s´Àguila o sa Punta des Desterrats. Un mundo, en resumidas cuentas, fascinante, no en vano nos habla de la relación que, a lo largo de los siglos, han tenido con las islas quienes las han habitado. Los nombres de lugar nos hablan de la tierra y el hombre.