Al levantar la vista hacia el cielo en esta época del año se observa la constelación de Casiopea, con su característica forma de M -o de W, según se mire- y, junto a ella, la menos conocida de Cefeo. En el interior de esta última, invisible al ojo humano y difícil de ver también con instrumentos de mediana potencia, se halla uno de los espectáculos más impresionantes del firmamento: la nebulosa del Iris, que los científicos conocen como NGC 7023, distante de la Tierra 1.300 años luz.

Incluso con el Telescopio de Cala d´Hort (TCH), propiedad del Consell y que gestiona la Agrupación Astronómica de Eivissa (AAE), la contemplación de este débil cuerpo celeste no levantaría ninguna muestra de admiración. Sin embargo, cuando se toman numerosas fotografías consecutivas de la nebulosa a través del TCH y su sofisticada cámara astronómica €cada una de ellas de varios minutos de exposición, totalizando horas enteras€, y cuando se superponen todas esas imágenes mediante los correspondientes programas informáticos, se procesa el resultado final y se extrae el máximo de detalles que subyacen en esa instantánea aún poco contrastada, mostrando cosas que estaban ahí pero no se veían, entonces el resultado final se asemeja bastante a la magia. Lo que antes era una discreta nubecilla se transforma radicalmente y aparece en la pantalla un estallido de luz multicolor salpicado de estrellas y rodeada de delicadas neblinas luminiscentes que evocan la visión de un jardín celeste.

Este ha sido el proceso que ha seguido la AAE para obtener su primera imagen después de las primeras pruebas que se realizaron en verano y que ya demostraron las cualidades ópticas y mecánicas de este telescopio.

La agrupación tomó 86 fotografías de diez minutos de duración cada una, a las que se añadieron otras 22 obtenidas en el canal rojo, 15 en el verde y 27 más en el azul, todas de la misma duración. «Eso supone un total de exposición de 25 horas, aunque repartidas en varios días», afirma el secretario de la AAE, Bernabé Linero.

La NGC7023 es una nebulosa de reflexión, es decir, que refleja la luz que emite una estrella cercana. En este caso, se trata de la situada en el centro de la imagen -conocida como HD200775, todavía joven y en proceso de formación- que, como si fuera una bombilla enmedio de una humareda, ilumina las nubes de su alrededor, dándoles además su propio color, en este caso el azul. La nebulosidad más inmediata a la estrella consiste en partículas de polvo que sobrevivieron al proceso de formación de esta y otras estrellas de la zona. De hecho, el nacimiento de nuevas estrellas se ve siempre rodeado de este tipo de envoltorios gaseosos.

Por ello, «dentro de la nebulosa, y asociado a ella, hay un cúmulo estelar, que es un conjunto de estrellas con un mismo origen y cercanas entre sí, llamado Collinder 427», explica la AAE.

También se aprecian filamentos rojizos que sugieren la presencia de hidrógeno alfa. Y en las partes más exteriores se ven densos nubarrones de polvo que oscurecen la región.

Un espectáculo a 1.300 años luz captado desde aquí mismo. Puede ver la foto a mayor tamaño en la web oficial de la agrupación.