­La colaboración establecida entre la parroquia de Sant Francesc y la conselleria de Patrimonio del Consell para restaurar y abrir al público el cementeri vell de Sant Francesc, que data de 1757, está dando sus primeros frutos con los trabajos iniciados el pasado jueves por el historiador Antoni Ferrer de Abárzuza. Aunque el trabajo acaba de empezar ya se han sacado varias conclusiones sobre las distintas fases de construcción de este camposanto, que sigue estando sacralizado, tal y como explicó ayer el párroco Miquel Àngel Riera.

En la sacristía se han depositado, de momento, las primeras piezas funerarias que fueron sacadas el pasado jueves. Se trata de un conjunto de tres lápidas y fragmentos de una cuarta, además de dos cruces, una de ellas de marés con incrustaciones. Entre las lápidas se encuentra la de un presbítero que falleció el 10 de marzo de 1891, Bernardo Tur Ribas, otra de Don Juan de Dios, que posiblemente también fuera sacerdote, y la tercera pertenece a Antoni Bosch Rubi, más actual, de 1931. Este cementerio parroquial se cerró en 1938, coincidiendo con la apertura del actual cementerio municipal.

Miquel Àngel Riera explicó que de la primera inspección se deduce que las seis capillas existentes están en buen estado aunque tienen partes deterioradas que deben ser rehabilitadas. Precisó que el siguiente paso es la limpieza de la vegetación que invade el interior del recinto y luego plantear qué actuación se debe acometer.

Tras la visita se ha confirmado la existencia de una segunda puerta que podría dar a una ampliación del cementerio, ya que allí se encuentra la fosa común en la que se enterraba a los fallecidos que no estaban bautizados y a los suicidas, por lo que sería suelo no sagrado. En el cementerio de la Mola también existe una fosa similar.

Riera explicó que este tipo de enterramientos se encuentran también en cementerios ibicencos. Añadió que la citada fosa tiene restos y que no se descarta que sean trasladados al cementerio nuevo, cuando se haya fijado el plan de actuación.