Entre la novedades que trajeron los viajeros artistas a las Balears en las primeras décadas del pasado siglo se encuentran también los primeros trazos del movimiento vanguardista. Parecería lo más lógico, si no fuera porque la mayoría de los artistas de aquellos años llegaba a las Balears no tanto para innovar como para pintar una y otra vez sus paisajes mediterráneos, llenos de luz y armonía antigua. Pero Norah Borges, la jovencísima hermana de Jorge Luis Borges –todavía un incipiente escritor–, no pintaba ni grababa paisajes al uso, sino que prefería la representación conceptual, con tendencias cubistas, para acercarse al mundo iconográfico mallorquín de aquel tiempo: a las payesas, a sus abanicos, a sus paisajes rurales o urbanos, incluso al turismo –espléndido grabado el titulado ´Gentiles bañistas descansando en la playa´–.

Norah Borges pasó largas temporadas con su familia en Palma, entre 1920 y 1924, en un hotel llamado Continental, mucho más modesto de lo que su nombre pretendía. Mientras su hermano acudía a las tertulias y a los burdeles –a veces a las dos cosas a la vez, como podía ocurrir en la célebre Casa Elena–, Norah realizaba grabados y acudía a misa con su madre todos los domingos a la Catedral. Ni siquiera el padre de Norah y Jorge Luís perdía el tiempo durante sus estancias mallorquinas: escribió y publicó en Palma su única novela, titulada ´El Caudillo´.

Los Borges se pasearon por la isla con admiración y poco dinero, escribieron numerosas cartas a los amigos argentinos, estudiaron mucho –sobre todo el futuro gran escritor–, conocieron a personajes tan especiales como Jacobo Sureda y a su familia de Valldemossa... Se habla mucho todavía de Jorge Luis Borges en la isla –con el tiempo llegó a decir que en Mallorca había conocido algo muy parecido a la felicidad–, pero no tanto como merecería de su hermana Norah.

Francisca Lladó Pol, profesora del Departamento de Ciencias Históricas y Teoría de las Artes de la Universitat de les Illes Balears, está empeñada en recuperar la figura de Norah Borges, ensombrecida, primero, por la enorme figura del hermano, y, después, por la de su marido, el ensayista, poeta y crítico literario Guillermo de Torre. En su conferencia del pasado jueves en la Extensión ibicenca de la UIB, titulada ´Norah Borges i l´experiència de l´avantguarda´ –dentro del ciclo ´A la recerca de les avantguardes. Un acostament des de l´art y la literatura´– expuso los trabajos mallorquines de la por entonces joven artista: un puñado de interesantísimos grabados en los que se representa, de un modo conceptual y originalísimo, el mismo mundo mallorquín que otros muchos pintores de su tiempo, locales y forasteros, se ocupaban por la misma época de plasmar, de manera impresionista, en sus lienzos.

Convencida de que Norah Borges fue la primera artista de vanguardia que pintó en la isla de Mallorca –muy probablemente también en Balears–, la profesora mallorquina ofrece una investigación de doble interés. No solo se trata de aproximarse a la figura un tanto olvidada de la artista de Buenos Aires y a sus pasos por Mallorca, sino también de profundizar en los primeros –y algo tardíos– trazos del movimiento vanguardista en las islas. Casi todos aquellos grabados realizados en Palma fueron publicados en diferentes revistas literarias españolas por aquellos mismos años. Pero incluso más tarde, cuando Mallorca ya era un recuerdo lejano, aquellas inolvidables figuras mallorquinas, llenas de dignidad y gracia, acudieron a sus nuevas obras como recurrentes y sentidos homenajes.