El GEN-GOB Ibiza ha llegado a un acuerdo con el propietario de la finca Can Toni d´en Jaume Negre, de algo más de siete hectáreas y situada muy cerca de Sant Joan, para recuperar la zona (en la actualidad abandonada) a través de un sistema de custodia del territorio durante 20 años prorrogables. En ese tiempo el GEN recuperará sus recursos naturales, culturales y paisajísticos. Para poner en marcha los trabajos de la primera acometida, la agrupación ecologista ha obtenido una ayuda de 20.000 euros de la convocatoria de Sa Nostra para Proyectos de Conservación de la Biodiversidad 2011. Carolina Escandell, directora de zona de la entidad, presentó ayer esta experiencia pionera junto a Joan Carles Palerm, presidente del GEN, y Marià Marí, coordinador del proyecto.

Los objetivos del GEN son ambiciosos pero, a la vez, realistas. Por ello los han dividido en tres fases: corto, medio y largo plazo. Abarcan desde limpiar la finca de elementos contaminantes a plantar higueras, pasando por sembrar trigo y cebada. También aspiran a restaurar la casa para mostrar al público cómo se vivía en una vivienda tradicional payesa y esperan poder criar animales en la finca, para lo que no descartan contar con productores ganaderos de la isla. También se podría crear el Centre d´Integració de Races Autòctones Pitiusas (CIRAP) en la finca.

Primera fase, en marcha

Parlem explicó que la finca «es el primer terreno en custodia de Ibiza gestionado por un colectivo ecologista». Gracias a la aportación de Sa Nostra, a otras ayudas que han ido gestionando y a la colaboración de voluntarios, el GEN ha iniciado la primera fase de recuperación «de una pequeña parte del territorio de la isla».

«Es un proyecto muy ilusionante, nuestra primera experiencia en custodia del territorio, aunque hace tiempo que comenzamos a trabajar esta línea», añade Palerm. Así, el GEN es miembro del ICTIB, una organización sin afán de lucro que se constituyó en 2007 y que promueve la custodia del territorio como estrategia para conservar los valores naturales, culturales y paisajísticos de las Illes Balears. «Queremos abrir una nueva línea en defensa del campo, que está abandonado», subrayó el ecologista.

La finca dispone de un total de 7,29 hectáreas y está integrada por dos parcelas, una en la que se ubica una casa payesa de 1898, con una superficie de 3,39 hectáreas, y otra finca, básicamente forestal, de unas cuatro hectáreas.

Aunque el terreno ya se puede visitar, la intención del colectivo ecologista es que en dos años se puedan organizar actividades públicas en la zona. «El proyecto es costoso y arranca en un momento delicado porque no hay dinero para nada, pero había que empezar ahora, porque así se nos ha presentado la oportunidad», explicó Marí. Para cumplir sus objetivos, el colectivo intentará acceder a todo tipo de ayudas.