Algunos de los primeros cómics que Guillem Marí (Ibiza, 1978) tuvo entre sus manos eran los que le traía su abuela Jan de Bélgica cada vez que venía a Ibiza. Desde muy pequeño le gustaba dibujar. «Cuando aún no sabía hacerlo cogía una libreta y hacía garabatos», recuerda con una sonrisa Guillem, que en estos momentos tiene contrato con Marvel, la popular editorial estadounidense que desde los años 60 ha publicado las historias de ´Los cuatro fantásticos´, ´Spiderman´, ´Hulk´ o ´X-Men´, entre muchas otras. De aquellos primeros cómics recuerda con especial cariño ´Tintín en el Tíbet´, uno de los que más le gusta al ibicenco.

Guillem recuerda que dibujaba incluso cuando estaba en clase. «Me ayudaba a concentrarme, pero creo que los profesores no lo entendían», bromea el ilustrador, que aún guarda, en casa de sus padres, aquellos ejemplares de Tintín, Astérix y Lucky Luke que alimentaron su pasión por el cómic. «Le fui cogiendo el gustillo. Antes incluso de saber leer ya hojeaba cómics», comenta el joven ibicenco, que desde pequeño tuvo en mente dedicarse a la ilustración. «Tenía la idea, pero me faltaba la seguridad. Hasta que comencé el instituto y vi la posibilidad de hacer el Bachillerato de artes no lo vi claro», confiesa Guillem, que estudió Bellas Artes en Barcelona y, más tarde, ilustración en la escuela Joso de la misma ciudad aunque sus padres, entonces, no tenían muy claro que su futuro profesional pudiera coincidir con su pasión. «Ahora llevo once años trabajando», señala el ibicenco, al que buena parte de los encargos le han llegado de Suecia, Nueva York o Los Ángeles, algo posible gracias a Internet.

El joven aún recuerda la primera vez que le pagaron por uno de sus dibujos: «Había acabado de estudiar hacía dos meses y estuve pintando paneles decorativos de Navidad para algunas tiendas en una nave industrial». En seguida encontró trabajo en un estudio «pequeño» de animación en Barcelona, donde tanto diseñaba fondos como dibujaba personajes o desarrollaba storyboards. De ahí pasó a trabajar en la revista sueca para niñas Sagöprinsessan, en la que estuvo seis años. El trabajo en la mítica Marvel estaba a la vuelta de la esquina. «Cerraron la revista sueca, que me gustaba, y tenía poco trabajo. Apenas algunos encargos de un estudio de diseño de Vila. No podía estar así, de manera que preparé mis muestras, mi currículum y un dossier con mis dibujos y me fui al Saló del Còmic de Barcelona, donde editoriales de todo el mundo buscan dibujantes», explica. Allí mostró su trabajo a un representante de Marvel Comics.

Colorear sin lápices

Cuando, seis meses después, le llamaron para contratarle Guillem casi se había olvidado de aquella entrevista. «Pensaba que no me llamarían», afirma el joven, que explica que le dijeron que les había gustado especialmente su manera de trabajar el color. De hecho, su función en Marvel es colorear las páginas de los cómics. Guillem recibe los dibujos en blanco y los llena de color usando una tableta gráfica digital, en la que pinta como si de una hoja de papel se tratara. «Al principio se hace un poco extraño pintar en la mesa y mirar a la pantalla del ordenador, pero te acostumbras rápido», asegura Guillem conectando la tableta al ordenador. Sobre la mesa blanca de dibujo de su apartamento de Sant Antoni se acumulan pinceles de diferentes medidas, rotuladores, tijeras, lápices… «Hay cosas para pintar en toda la casa», confiesa Guillem señalando varias libretas amontonadas en una mesa, una caja de herramientas llena de bolígrafos y lapiceros y paletas y pinturas en una estantería de la entrada.

Colorear un cómic no es fácil. Aunque las mallas de Spiderman son siempre azules, el azul no es el mismo en la penumbra del anochecer o bajo la luz naranja del sol. Un mismo cielo tiene diferentes tonos, hay que insinuar la hierba en la tierra, crear sombras en caras y camisetas… Guillem ha puesto color a viñetas de ´Los cuatro fantásticos´, ´Spiderman loves Mary Jane´ o ´Hercules´, uno de los trabajos para Marvel con el que más ha disfrutado. En su habitación guarda los ejemplares en papel. «Hace ilusión ver el resultado definitivo, aunque a veces ves que algún color no es exactamente el que habías pintado», reconoce. Asegura que en ningún momento se ha sentido inseguro: «Cuando te contratan ya han visto tu trabajo, conocen lo que haces. Nadie contrata a alguien que está tan lejos si no le gusta».

Aunque destaca que la industria del cómic en Estados Unidos es mucho más potente que en España, asegura que su dibujante favorito es un valenciano, Paco Roca. «Hace un dibujo muy sencillo, con líneas muy puras. Con mucha sensibilidad y poética», describe.

La rareza de un Marí

En las primeras páginas su nombre aparece junto al de los autores e ilustradores de las viñetas. «Al principio se me hacía extraño ver un Marí entre tanto nombre inglés», señala Guillem, que en estos momentos está centrado en las ilustraciones de ´Ravenous Biohazard´, un juego de rol que aún no ha salido a la venta. Aunque sigue contratado por Marvel ha espaciado los trabajos con esta editorial. «Disney la compró y desde entonces los equipos han estado cambiando constantemente, llegan menos encargos y he aprovechado para hacer otras cosas», indica Guillem echando a Calita, su gata negra, de la silla en la que se sienta para dibujar. «Es su lugar favorito», justifica su dueño, que confiesa que ahora tiene el ojo puesto en la ilustración infantil y el diseño de portadas de libros.

En la revista sueca ilustraba cuentos, «pero no eran libros enteros, eran pequeñas historias de tres o cuatro páginas para niños pequeños, con mucho dibujo y poco texto», recuerda Guillem, que también hizo alguna ilustración para un libro de texto de historia de la editorial Vicens Vives. «Aún no he editado ningún libro entero», afirma el dibujante que, puesto a soñar, confiesa que le gustaría ilustrar alguna obra de Paul Auster.

Aunque la mayoría de sus trabajos se ven en otros países, Guillem también tiene algunos proyectos en Ibiza. Hace poco ha hecho algunas ilustraciones para el grupo de teatro Cómica y ha diseñado carteles para algunas fiestas. Asegura que se entiende bien con Óscar Ferrer, responsable de Cómica: «Disfruto mucho porque siempre tiene cosas interesantes».

En el futuro, además, le gustaría ver publicadas algunas de sus propias historias, las que idea y dibuja cuando le sobra algo de tiempo y que, ahora mismo, guarda en un cajón. «Mi hobby es dibujar. También es mi trabajo, pero sigue siendo mi afición. Hay días que después de horas en la mesa de dibujo lo que me apetece es tomarme una caña, pero siempre hay momentos en los que me gusta dedicarme a mis propios dibujos», explica Guillem, que no sale casi nunca de casa sin un cuaderno y un lápiz. Leones, músicos, indios y chicas con tatuajes llenan las primeras páginas de algunas de las libretas que tiene en casa.

En contra de lo que le aseguran sus amigos, Guillem considera que aún no tiene un estilo propio muy definido. «Me gusta el dibujo realista con toques impresionistas. De pinceladas sueltas» afirma mostrando algunos de sus dibujos, que siguen naciendo de lápices y pinceles, sin tecnología. Las ilustraciones de libros y revistas surgen de lápices, papel y pinceles. Solo los últimos toques los hace con el ordenador, después de escanear el trabajo original.

Mientras continúa dando forma a los encargos que recibe, Guillem Marí sueña con poder ver, algún día, sus obras más personales en las paredes de una galería de arte. El ibicenco muestra alguno de sus trabajos más personales. Mujeres de pelo multicolor y dulces ojos rojos en las que la acuarela se mezcla con el collage.