La situación de Francisca Juan, de 82 años de edad, es desesperada. Su hijo, enfermo de esquizofrenia, no toma desde hace tiempo la medicación ni quiere ser tratado. Francisca se ha visto obligada a cerrarle las puertas de su casa por miedo a que agreda al resto de la familia, ya que su conducta es muy violenta. «Tenemos miedo a que nos golpee. Antes no era así, pero ahora hace mucho que no toma la medicación», afirma la madre. Su hijo ha sido trasladado varias veces a la Unidad de Corta Estancia de Can Misses. Siempre a través de las fuerzas de orden público, que primero deben solicitar orden judicial para proceder a ingresarlo por la fuerza, salvo que lo encuentren causando algún tipo de desorden. Por esta razón siempre transcurren muchos días hasta que ingresa en el hospital.

Aconsejada por el psiquiatra que ha tratado a su hijo, Miguel Ruiz-Flores, acudió a los jueces directamente a solicitar una orden de internamiento que no ha obtenido. Según ella, la justicia le da «excusas y excusas». «Nos enviaron de un juzgado a otro y no obtuvimos ninguna respuesta, fue agotador», puntualizó Francisca. En el informe psiquiátrico, el médico certifica que el enfermo «se niega a recibir tratamiento, que en la actualidad sigue con la enfermedad activa, y que apenas tiene conciencia de su enfermedad».

Partiendo del derecho fundamental a la libertad, nadie puede ser ingresado o internado de forma involuntaria. Solo un juez puede autorizar, o no, dicho internamiento.

La importancia de la familia

Para Adrián Trejo, gerente de la Asociación Pitiusa de Familias de Enfermos Mentales (Apfem), estas situaciones son muy complicadas de tratar en la isla, ya que este tipo de enfermos terminan a veces por «agredir a alguien o ser detenidos por disturbios y acaban en un centro penitenciario, cuando este no debería ser su destino, sino una residencia o un centro psiquiátrico, que en Ibiza no existe». «En la isla tenemos la Unidad de Corta Estancia con la que cuenta el hospital de Can Misses pero es siempre para brotes agudos y hasta que se consigue la estabilización» del paciente, explicó Trejo.

En casos como el de Francisca, desde la asociación a la que pertenece Trejo normalmente lo primero que se hace es conocer bien la situación, realizar «una dinámica familiar y hacer de intermediarios para negociar con el enfermo y lograr que tome la medicación, partiendo de estrategias como ofrecerle cosas que le gustan a cambio de una buena conducta».

«Es cierto que en casos extremos recomendamos a veces que se interne al familiar en centros privados de fuera de la isla, claro que esto es solo para personas que se lo puedan permitir», concretó Trejo, para quien el internamiento forzoso debe ser la última opción, dado que resulta «una situación muy traumática tanto para el enfermo como para la familia, a nadie le gusta que se lleven a un ser querido lejos. Por esto se debe evitar llegar a este extremo a través de la prevención, de la dinámica familiar, de aprender a tratar correctamente al enfermo...». Opina que en Ibiza existe una «carencia histórica» en materia de salud mental, y considera que «no es justo que un enfermo de Palma tenga más medios y posibilidades de rehabilitación que otro en Ibiza». Por ello considera que las instituciones públicas deberían ayudar más a los organismos y organizaciones que trabajan para ayudar a los enfermos mentales a disfrutar de mejor calidad de vida.

«Es importantísimo que la familia se implique en el cuidado de un pariente enfermo, que aprenda. Nosotros tenemos cursillos para familiares de enfermos. En muchos casos, sin embargo, se va dejando el asunto pensando que con el tiempo se arreglará y se suele actuar tarde», subrayó María Furniet, presidenta de la asociación de Defensa de Ibiza y Formentera de la Salud Mental (Deforsam), cuyas actividades van sobre todo orientadas a ayudar a las familias a aprender a tratar a sus parientes enfermos y ayudar a estos últimos a integrarse en la sociedad. Furniet explicó que en este tipo de casos en que el enfermo no permite que se le ayude y empieza a descontrolarse y tener conductas agresivas, se tiene que denunciar a esa persona. La Policía considerará en estos casos si se debe detener al sujeto y pasará a disposición judicial. Allí será un psiquiatra forense el que determinará el internamiento.

Sin embargo el psiquiatra Ruiz-Flores no es partidario de llegar al extremo de llamar a la Policía, lo cual además supone que el enfermo tenga una denuncia que queda registrada y puede provocar que acabe en un futuro en la penitenciaría. «La única forma de ingreso forzoso es a través de un juez, pero existe mucho enfrentamiento con el tratamiento involuntario, es decir, obligar al paciente a recibir medicación. Sin embargo estas personas no toman la medicación de forma voluntaria y llegan a provocar problemas, con lo cual hay un dilema muy grande en este aspecto», explicó el psiquiatra.