—¿Hasta qué punto cree que será necesario reforestar en los montes de Sant Joan mediante la siembra?

—Todo dependerá de la evolución que siga la regeneración natural. Lo más urgente ahora es proceder lo más rápidamente posible al asentamiento del suelo. Hay zonas con pendientes muy pronunciadas y estas son aquellas en las que, si no se instalan fajinas [troncos tumbados pen el suelo] en la vertiente, el suelo se irá por la gravedad y por el agua hacia abajo. Entonces, la restauración natural sería inviable. Habrá que ver, una vez instaladas las fajinas, cómo reacciona la regeneración natural.

—¿Cuánto se tardará en ver esto?

—Se tardará un tiempo, como mínimo los primeros plantones vendrán pasado el otoño. Si se hicieran de forma inmediata las fajinas, tal vez después de Navidad se podrá ver si la regeneración natural empieza a tener lugar.

—En todo caso, el modelo a seguir parece ser Benirràs...

—Exactamente, calcado a Benirràs. El comportamiento del fuego ha sido parecido, la zona también y la diferencia, abismal, es que este incendio ha sido cuatro veces mayor. El esfuerzo será titánico. Y hay más superficie de montaña y más pendientes. En Sant Joan habrá más zonas de pendiente que requerirán la colocación de fajinas. En Xarraca, por ejemplo, esto ha funcionado. Se confirma que el sistema de abancalar con los troncos quemados, poniéndolos de forma perpendicular a modo de empalizada, va bien. Allí no se ha hecho plantación, porque no hace falta. Aunque es cierto que en Xarraca hay menos pendiente. Para mí, es la metodología adecuada.

—Según decían los técnicos forestales, se podía haber quemado mucho más aún en Sant Joan...

—Mucho más. Para mí, la batalla que se ganó fue el llamado flanco derecho, en es Forn des Saig, que es donde se paró el fuego. Si se hubiera pasado de allí, había 1.500 hectáreas más de bosque, sin ningún tipo de camino ni nada que pudiera parar el fuego, solo bosque sin interrupción. Y hasta es Figueral. Y otra zona peligrosa era el camino viejo de Portinatx, a la altura de Portinatx. Si allí se llega a escapar el fuego, aparte de ir a Portinatx, habría ido a sa Serra de sa Descoberta y habría empalmado con el incendio de Xarraca. Si el fuego se hubiera escapado a la derecha, se habrían quemado 1.500 hectáreas más y si se hubiera escapado hacia el norte e izquierda, ya ni hablemos...

—¿Qué fue lo que lo evitó: el viento, las circunstancias o el dispositivo desplegado?

—Lo que lo evitó, en primer lugar, fue el dispositivo, que se hizo fuerte en el camino de es Forn des Saig, y se concentraron todos los esfuerzos de las brigadas terrestres y de la UME allí. Y en el norte, igual. Allí intervino de forma muy eficiente el Ayuntamiento de Sant Joan. Se construyó un cortafuego, que ayudó mucho. Y los medios de extinción. El segundo día hubo un total de tres focos secundarios al otro lado del camino de es Forn des Saig. Eran peligrosísimos, porque ya se escapaba hacia es Figueral, pero se pudieron contener.

—El asunto de las ´piñas voladoras´ y otros fragmentos incendiados que saltan a gran distancia ha sorprendido mucho a la gente que no conoce el campo ni el bosque. ¿Realmente pueden llegar tan lejos?

—Esto es habitual. El pino es una planta pirófita, amante del fuego. ¿Por qué? Porque al pino le beneficia el fuego. La gente puede extrañarse mucho al escuchar esto, pero el pino tiene una estrategia como especie. La tiene como especie, no como individuo, porque estos se queman. Como especie, el fuego lo arrasa todo y cuando todo vuelve a empezar ¿qué especie es la más beneficiada? El pino. Tiene un crecimiento rápido y tiene un sistema de propagación de semillas que otras especies no tienen. El fuego ha sido el agente modulador del paisaje de Ibiza. El pino, después del fuego, colonizaba el suelo y ese romper y volver a empezar le beneficiaba. En cuanto a lo de las piñas, se trata de piñas que no son normales, que están cerradas y solo se abren cuando hay temperaturas muy elevadas. Es el mecanismo que tiene el pino para regenerarse después de un fuego. Cuando hay fuego, salen disparadas y así esparcen las semillas. Estos piñones pueden aguantar temperaturas altísimas y germinan cuando llegan las lluvias. Esas piñas son muy molestas y muy peligrosas cuando hay un incendio, pero son las que conformarán el futuro bosque.

—En la zona afectada ya había fajas tipo cortafuegos. ¿Han servido para algo o tampoco son la panacea en un incendio así?

—Esto ya debería responderlo un ingeniero forestal; yo soy biólogo, pero mi percepción personal es que precisamente en el flanco derecho del que hablábamos antes había un cortafuego. Pero cuando un fuego es muy fuerte, no hay cortafuegos posible. En Catalunya tenían la estrategia de esperar el fuego dentro de cortafuegos, incluso esperaban el fuego dentro de la autopista A7, que va de Barcelona a Francia. Los medios se hicieron fuertes allí, pero vino un fuego de copas y saltó sobre la autopista. Es decir, que cuando el fuego alcanza proporciones considerables, no hay cortafuegos que valga. Por tanto, no son efectivos porque corten el fuego de manera total, pero sí sirven para hacerse fuerte en ellos y puedes aplicar allí todos los medios de extinción para luchar contra el fuego. ¿Si fueron efectivos? Lo del camí des Forn des Saig era un cortafuegos. Era un camino existente y 25 metros a derecha y 25 metros a izquierda se había tratado la vegetación y se había retirado todo el material combustible. Sirvió. Bajo mi punto de vista, sin ser especialista, creo que sí sirvió. ¿Que se han de hacer cortafuegos más duros, que no sean franjas de protección, las cuales siempre tienen algún árbol en medio? Pues se puede reconsiderar. Pero tampoco hay que volverse loco y hacer un montón de cortafuegos. Se ha de estudiar, pero mirándolo muy bien.

—Se quemó una gran cantidad de pinos que aún eran relativamente jóvenes, pero ¿lo eran tanto como para que no hubieran producido ya semillas para regenerarse?

—Aproximadamente, de los siete a los diez años los pinos ya tienen piñas de esas que hablábamos antes, con semillas dentro en fase latente, y ya cuando hay fuego salen disparadas y pueden germinar. Había pinos y pimpollar –que son pinos en un estado tan juvenil que aún no tienen banco de semillas– pero la mayor parte de los pinos sí las tenían, porque procedían del incendio de 1983. Además, como el fuego avanzó tan rápido, quedaron bolsas de bosque en medio de la zona afectada que no se quemaron, y ahora actuarán a modo de islotes desde las que se polinizará y se recuperará el bosque.

—Parece ser que la gineta tenía en la zona afectada por el incendio uno de sus principales hábitats en Ibiza.

—Sí, es Amunts es la zona donde hay más densidad de parejas de gineta. Las otras zonas son sa Serra Grossa y sa Talaia en Sant Josep y esta de sa Mala Costa, en Sant Joan. La población de gineta habrá sufrido los efectos, indudablemente, porque no es como un pájaro y tiene una limitación de movilidad importante. Es como un gato salvaje, que corre, pero no vuela, y habrá resultado afectada.

—¿En qué se centra la mayor preocupación de los biólogos en relación a las especies de relevancia que hay en la zona?

—En cuanto a vegetales, hay una serie de especies endémicas, algunas que solo están en Ibiza y otras que solo existen en Balears, pero los ejemplares que hay en Ibiza están justamente en esa zona. Es el Cyclamen balearicum, la Rubia balearica y otras. Son especies que allí tenían un sistema forestal algo más húmedo, porque está más al norte y un régimen de precipitaciones más intenso que en Sant Josep. Se deberá mirar a ver qué ha pasado. Como están en pequeños grupos, pues depende de si por suerte el fuego ha pasado por allí o no. Después del verano, cuando empiecen a crecer de nuevo, miraremos cómo han sido afectadas. Si lo han sido, se pueden replantar con el banco de semillas de Sóller (Mallorca).

—La conselleria de Medio Ambiente, entre las medidas que sugiere para la prevención de incendios, cita la de condicionar las licencias para las casas que se construyan en el bosque a que tengan medidas de seguridad.

—El problema que hay es que hemos pasado de un sistema forestal antrópico, en el que el hombre sacaba provecho de ese sistema forestal y, por tanto, tenía una cantidad de combustible reducida porque era rentable sacar carbón, piedra y cal del bosque, a tener un sistema forestal abandonado en cuanto a la gestión del bosque y ocupado por estructuras urbanas. Con ello, es un sistema forestal con urbanizaciones o casas disperar, lo que tiene dos efectos: o bien el fuego se propaga de la casa hacia el bosque, o bien va del bosque hacia la casa. Hay más riesgo de incendios forestales y se complican más las tareas de extinción, porque cuando hay un incendio, lo primero que se salva son las personas y las casas. Las franjas de protección de 25 metros alrededor de las construcciones son efectivas.