Carlos Garrido presenta mañana en el Club Diario de Ibiza su particular homenaje a Georges Brassens: ´Se dicen tacos´. Autor del tema ´Ca na Palleva´, la canción a favor de la causa antiautopista del grupo Rock & Press, y de los libros ´Eivissa Mágica´ y ´Formentera Mágica´ dice, sin exagerar, que en las Pitiusas ha pasado algunos de los momentos inolvidables de su vida.

–Aparecen hoy [por ayer] unas declaraciones suyas en los medios de Mallorca a favor de la causa de los ciudadanos indignados.

–Les apoyo. Soy un viejo rockero y no puedo hacer según qué cosas pero, en todo lo que puedo, les respaldo. Suelo pasar cada día por las asambleas a última hora de la tarde. Es un movimiento difícil que se enfrenta a muchos problemas de organización pero creo que pasarán esta primera fase, que es un poco caótica, tendrán mucho futuro. El día de las elecciones y el anterior veías a la gente discutiendo en la calle y te dabas cuenta de que la verdadera política era eso y no la de las personas que aparecían en los carteles electorales. Es algo que ha ido perdiendo su sentido, hay que ayudar a la gente joven. Los mayores tenemos la obligación de ayudarles.

–¿Se esperaba los resultados electorales en Balears?

–No me ha sorprendido nada, me hubiese sorprendido lo contrario.

–Quizás no el ´tsunami´ que ha sido.

–No es un tsunami, esto es el hundimiento de una manera obsoleta de entender la izquierda. La izquierda ha sido tonta y prepotente y ella misma se ha hecho el harakiri. No se entiende que la izquierda no haya tenido el voto de la gente que estos días se ha echado a la calle. Son parados, chicos que no tienen trabajo, ese es su público, esos son los votantes de la izquierda. ¿A quiénes se dirigía entonces la izquierda? A la gente de su aparato... pues eso es un error. La izquierda siempre ha cometido el mismo error. Se apoya en los movimientos sociales cuando triunfa pero luego los abandona y se pone a gobernar mirando al elector de derechas, que por supuesto no les vota. Es la muestra de su incapacidad histórica en estos momentos. La izquierda se ha convertido en una izquierda yuppie y guay que no tiene ningún sentido. Prometieron muchas cosas como arreglar lo que sucede en IB3 y no lo han hecho. Cuando la izquierda llegó al poder en Balears no fue por la propia izquierda sino porque había unos movimientos, como el antiautopistas en Ibiza, que fueron los que les auparon. Cuando llegó al poder estos movimientos le han dado como asquete, en plan, ¡ay, qué radicales son! Pero ¿quién te va a votar, gilipollas?

–Con su banca Rock & Press apoyó el movimiento antiautopistas.

–Ya lo creo. Compuse la canción ´Ca na Palleva´, que he cantando mucho por todas partes. El movimiento antiautopistas fue un toque de alerta sobre el disparate de toda esta cultura consumista ultraliberal. La gente se dio cuenta de que aquello era un gasto enorme para una utilidad pequeña, era un modelo desarrollista que ya está obsoleto. Al reaccionar contra esto, la gente anticipó la crisis que llegaba. Ibiza dio una lección a todo el país y parece que la única persona que lo ha visto he sido yo, que soy un pobre desgraciado. Fue una cosa histórica y ni siquiera la izquierda que ha gobernado después se ha dado cuenta. Los periodistas y los políticos tienen que tener sentido de la historia, porque la historia se repite. Pero la inmensa mayoría de la clase política es iletrada, como quien dice. La izquierda se tendría que haber apoyado en una serie de símbolos fundacionales y uno de ellos es el movimiento antiautopistas y no lo han hecho. La política funciona a partir de símbolos e iconos que tú has de cuidar. Y eso no lo han sabido hacer en absoluto.

–Para este jueves en el Club Diario de Ibiza ha preparado un homenaje a Brassens.

–Lo tenía pendiente desde hace unos años. Mi vocación ha sido el rock & roll, pero cuando tenía 18 años descubrí a Brassens, que fue para mí como un padre espiritual. Era un adulto, creo que entonces tenía unos 50 años, que pensaba de una manera joven. Era irreverente, un poco ácrata, contra el sistema, decía tacos, hablaba de cosas sexuales... lo poco que haya podido hacer en mi vida en el campo musical se lo debo a él, que fue un referente. En el franquismo puro aquí no había prácticamente nada que mereciera la pena. Ibas siempre a buscar cosas fuera.

–Y Francia era la gran referencia.

–Ibas a París y flipabas. Te comprabas libros y discos... Brassens es un gran compositor, es un gran escritor de canciones. Ahora me he volcado más en la música porque, al fin y al cabo, mi carrera como escritor ya la he hecho. Ya he escrito cincuenta libros.

–¿No está inmerso en ningún proyecto literario?

–Tengo proyectos y van funcionando pero es un momento muy malo para un proyecto literario. O te encargan el libro o pasas una tortura para publicar. Las editoriales están mal y solo quieren best sellers. Pasa un poco como con la tele: si vas a contracorriente ya la has cagado. Mis libros son totalmente anticomerciales. Es una carrera que ya he hecho, mientras que la música me da la satisfacción de que todavía estoy aprendiendo. Hay otra cosa muy importante que tiene la música y es que comunicas al cien por cien. Así como ahora estamos viviendo en una cultura totalmente cuantificadora, en la que todo depende de si tienes audiencia o no la tienes, de si vendes o no vendes, con la música puede ser distinto. He dado los mejores conciertos de mi vida en Can Jordi de Sant Josep, porque sentía una calidez y una gente... Te vas a un bareto con veinte personas y ya te satisface. Además, la música es un arma muy subversiva hoy en día. Lo de Internet es una maravilla, puedes colgar cualquier cosa y antes dependías de la industria discográfica.

–¿Está a favor de las descargas?

–Bienvenidas sean, para mí es un honor que me pirateen.

–¿Cómo compagina todas sus facetas?

–Tengo una vocación, que es la de comunicar. Todo lo que he hecho es divulgar lo que otros han investigado. Da igual que lo hagas en un periódico, en un libro, en una conferencia o haciendo música. La música es el antídoto del oficio de escribir, que es muy desagradable. Estás solo en tu casa sentado, en tensión. A veces, para escribir algunos libros, he tenido que empollar como en unas oposiciones [risas]. Acabas eso y te pones a tocar rock & roll y es perfecto porque una cosa te compensa la otra. Sacas una parte distinta de tu personalidad. Si todo el día fuese escritor sería una momia y si todo el día fuese un rockero sería un pasota.

–¿Cómo será el concierto?

–Las versiones y traducciones muy literales de la música de Brassens me sonaban un poco antiguas, pensé que había que adaptarlas al momento actual, que la gente joven pudiera empatizar con ellas. He puesto un poco más de palabrotas a las canciones, he pensado lo que Brassens escribiría ahora y las he hecho un poco más crudas. ¡A algunos franceses brassensólogos les ha gustado!