Catherine Adrover Bia, responsable de gestión de los equipos de atención temprana de Balears y coordinadora de la red de programas y actividades de apoyo al crecimiento de Balears, destacó ayer la importancia que tiene la educación que reciben los niños antes de los tres años en su futuro desarrollo. Adrover protagonizó la primera charla de la jornada ‘Educació 0-3, garantia d’èxit escolar’, organizada por el Consell Escolar Insular d’Ibiza (CEIE) y a la que asistió una treintena de personas.

«Esta etapa es importante porque supone un desarrollo biológico brutal pero también porque se produce el asentamiento de las estructuras psíquicas y emocionales. Si en esta etapa no se hacen bien las cosas tienen una repercusión en la persona adulta», señaló Catherine Adrover, a la que presentó Toni Pomar, vicepresidente del CEIE. La experta señaló el papel que tienen los ayuntamientos en esta primera etapa educativa: «Actualmente, el índice que mide la equidad de garantías y oportunidades en la oferta de servicios de un municipio pasa por estudiar el nivel de implicación del ayuntamiento en la primera infancia. La administración es responsable». Así, aconsejó a los consistorios usar todos los recursos de que disponen (grupos de teatro, banda municipal) para potenciar la formación en las escoletes.

Espacios de intercambio

Adrover insistió en que «educación no es sinónimo de escolarización» y aseguró que los padres de niños menores de tres años pueden «decidir no llevar a su hijo a la escoleta pero demandar al ayuntamiento que ofrezca otros servicios para el crecimiento del niño». En este sentido destacó las actividades para familias que se suelen celebrar en los centros los fines de semana o por las tardes. «La escoleta debe convertirse en un espacio en el que las familias puedan ir para intercambiar inquietudes y emociones, jugar, divertirse con los niños. Un espacio que sirva para establecer una red de madres que intercambien dinámicas y sentimientos para ofrecer lo mejor a su hijo», añadió.

Adrover insistió en la importancia del papel que cumplen estas actividades para los niños que se quedan en casa durante sus primeros años. «No escolarizar a un hijo antes de los tres años es una opción respetable y sabemos que hay muchas cosas enriquecedoras en el calor familiar. Pero la parte social queda coja. Una manera de compensar esa cojera son estas actividades. También hay niños que no están escolarizados por cuestiones sanitarias, como los niños prematuros a los que el médico recomienda no ir a la escoleta, y los padres nos piden poder asistir a estos espacios familiares para que su hijo pueda ser uno más. Los resultados son muy satisfactorios», detalló Catherine Adrover, a quien los educadores que asistieron a su charla en la sede de la UIB pidieron dónde encontrar los detalles de algunos programas que se ofrecen en estos espacios familiares en otras islas y que aquí aún no se han puesto en marcha.

Los docentes se interesaron especialmente por el proyecto que plantea iniciar la educación antes de los tres años con las comadronas y las mujeres embarazadas. También por otro programa en el que adolescentes acuden a las escoletes para jugar con los niños, el que Catherine definió como el proyecto «de padrinos». «El grande aporta sus estrategias y los pequeños la inocencia, la admiración porque alguien que ellos ven muy mayor viene a compartir algo y a jugar con ellos», comentó Catherine, que destacó la capacidad que suelen tener los alumnos de Primaria para adaptarse «al momento evolutivo» de los pequeños.

Detección precoz de los problemas

Catherine Adrover señaló la importancia de la labor de los equipos de atención temprana que hay en todas las islas en la detección precoz de los posibles problemas de desarrollo o aprendizaje que pueda tener un niño. Además, insistió mucho en el cambio que ha experimentado en los últimos años la educación de los menores de tres años. «Hace 20 años necesitábamos guarderías para conciliar la vida laboral y familiar. Hace años tenemos ‘escoletes’ pero también guarderías y ludotecas. Ahora se ha iniciado un proceso de regularización, no es una etapa educativa obligatoria pero hay que regularla», señaló la ponente, que recordó que los centros públicos se llaman ‘escoletes’ y los centros privados que tienen una autorización de la conselleria se llaman centros de educación infantil.