Cristina Medina nació en Sevilla en 1971. Lleva casi toda la vida subida en un escenario aunque el gran público la conoce hace relativamente poco, desde que da vida Nines, la alérgica al trabajo apática y franca de la serie de Telecinco ´La que se avecina´, cuyo rodaje compagina con la familia y las actuaciones con Pez en Raya.

—Pez en raya. ¿Dónde encontraron un nombre tan raro?

—Tomándonos un café la primera vez que tuvimos que presentar una subvención. A los dos nos gustan los luegos, tres en raya es un juego, a Joan le gustan mucho los peces, pues Pez en Raya. Así de fácil. Joan y yo nos conocimos en 1993 en la escuela de Philippe Gaulier, en Londres. Volvimos a coincidir en Sevilla en 1997 y decidimos crear la compañía. Nos hicimos gracia. Teníamos veintitantos y nos tiramos a la piscina.

—Han mantenido los juegos de palabras en los títulos de sus espectáculos.

—Sí, y en los diálogos. Nos gustan mucho los diálogos absurdos, con juegos de palabras hay alguno tipo: ´Yo soy de Túnez´. ´Mi abuelo era pescador de atunes´. Esas chorradas nos gustan mucho.

—¿Tener una compañía es la única forma de hacer lo que quieres?

—Sí. Tú mandas en lo creativo y en lo económico. Para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque nadie te reprocha que gastes dinero en algo concreto y para lo malo porque no te salen los números. En lo creativo, cuando funciona el éxito es tuyo y cuando va mal también el bluf es todo tuyo. Se aprende mucho. Costó mucho levantar la compañía porque al principio nadie daba un duro por nosotros. Es una de las cosas de las que más me enorgullezco.

—Para lo bueno y para lo malo. Parece un matrimonio.

—Sí, hasta que la muerte creativa nos separe.

—´Pésame mucho´ empieza con una vaca loca que un día da leche negra. ¿Qué pasa a partir de ahí?

—Es el cuarto espectáculo, se estrenó en 2002 y con la celebración del 13 aniversario los pusimos todos en cartel. Es el cuarto, pero el segundo en el que dábamos con la tecla. En los dos primeros había mucha energía, pero no lo levantábamos. ´Pésame mucho´ es una historia muy disparatada sobre un pueblo al que llega el demonio. Una lechera se va a casar con el alcalde y la madrina iba a ser la vaca. De pronto, viene el diablo, se mete en la vaca y empieza a dar leche negra y se joden las expectativas del alcalde y la boda con la lechera. La única pretensión es que la gente se rompa el pecho en la butaca. Al ser de los primeros espectáculos sigue conservando ese toque ingenuo, sencillo y joven. Sigue funcionando igual que hace diez años. La gente se ríe. A Iván Prado, director de Magiclown, le ha gustado siempre mucho.

—¿Cómo se mantiene el absurdo durante 70 minutos?

—Es nuestro lenguaje. Si ves una película de intriga y te preguntas si es posible mantener la intriga una hora la respuesta es ´más te vale´. Es humor absurdo y anárquico. Si me preguntas si es posible mantener la seriedad una hora, te digo que no, no sabemos, no podemos.

—¿Necesitamos reírnos?

—Sí. Lo necesito diariamente y activa no sé qué células que te mantienen más joven y los órganos se revitalizan. A ver si es verdad y nos morimos a los 120 años.

—¿De qué se ríen los que hacen reír?

—De cualquier chorrada. Me río mucho criticando en plan maligno pero de cachondeo. También metiéndome conmigo y mis amigos.

—Nines, su papel en ´La que se avecina´, se mete con todo el mundo.

—La Nines es un poco hija de puta en ese sentido.

—¿Los actores necesitan la televisión para comer?

—Pez en Raya se sigue manteniendo por las actuaciones. Decidí hacer televisión hace tres años y medio. No era la primera vez que me lo pedían y siempre decía que no por mis prejuicios. Te quita mucho tiempo y además de dedicarme a este mundo tengo mis hijos, mi familia y mis cosas. Me decidí porque no podía decir siempre que no y ahora es complicado salir. Te atrapa. Me pasa por la cabeza dejarlo por agotamiento físico, pero se aprenden muchas cosas. Con el teatro tienes muy claro qué funciona pero en televisión te lo tienen que decir los demás. A veces me cuesta ver la gracia de la Nines, porque no tengo una respuesta inmediata.

—¿Qué le pasará a Nines esta temporada?

—Se queda sin habitación porque la Cuqui se queda en el piso y ahí estoy, aguantando con mi criatura y a mi prima. La comunidad me cae mal.

—¿En Pez en Raya qué papel hace usted y cuál Joan?

—Estamos al servicio de las chorradas que se nos ocurren. Nos las repartimos, pero hay unas que son muy particulares de cada uno y no se pueden cambiar. Lo dice Joan o lo digo yo. Después de muchos años tenemos capacidad de adoptar la capacidad del otro. Matamos por una carcajada.

—Su último espectáculo fue ´Lo cerebro´. ¿Están ya con algo nuevo?

—Queremos empezar a ensayar a final de mayo una nueva obra para estrenarla a final de año. Tranquilamente, con calma, porque hay que hacer vacaciones, ingresar a los niños en el cole y no nos vamos a estresar.

—Llevan 13 años juntos y presentan su obra en día 13. Supongo que no son supersticiosos.

—En absoluto. En ´Solala´ salía vestida de amarillo y sigo viva. El día del estreno saludé, me metí para dentro, volví a salir, y a entrar. Justo al girarme se había caído el telón. No me maté en el primer bolo de milagro. Retamos a la mala suerte y seguimos vivitos y coleando.