Todas las rocas y fósiles (amonites del Jurásico y bivalvos del Cretáceo, entre otros) que recogió en aquellas excursiones, 28 fotografías aéreas de la isla en los años 60, imágenes de microfósiles y nanofósiles, mapas geológicos, libros, artículos científicos y hasta los dos muebles en los que Yves Rangheard ha guardado durante décadas el material para su tesis regresan de nuevo a la isla. «Me lo llevé hace años, ahora quiero devolverlo a la isla», explicó ayer el geólogo, nacido en 1933, tras la firma del convenio con el Consell, al que ha cedido, tras su jubilación, todo ese legado, entre el que destacó la presencia de fósiles de 237 millones de años. Todo ello podrá verse en la exposición que se inaugura el 19 de mayo en el centro cultural S´Alamera. «En el futuro se le buscará un espacio permanente», afirmó la consellera de Política Patrimonial, Marga Torres, que detalló que exponerla para que los interesados y estudiantes puedan verla es una de las condiciones que puso Rangheard antes de ceder la colección. El biólogo Xavier Guasch y el geólogo Luis Alberto Tostón, profesores de ciencias de la isla, han comisariado la exposición, que permanecerá abierta hasta el 12 de junio. Hasta que el legado Rangheard tenga un espacio propio (algo a lo que no se puso fecha) se irá mostrando en exposiciones temporales.

Rangheard llegó a la isla en 1961, cuando el director de su tesis, Michel Durand Delga, se lo propuso. Nunca antes había estado en la isla, de la que le sorprendió su «complicada geología». «Los pliegues de las placas son completamente diferentes a los de otros lugares. Se superponen», señaló. «El director tenía 20 alumnos y nos dio un libro a cada uno. Ocho de ellos eran sobre el norte de África y los otros doce sobre la Península Ibérica. Escogí Ibiza y Formentera», detalló.

El experto explicó que antes de su tesis (´Etude géologique des îles d´Ibiza et de Formentera´) solo había un estudio anterior, de 1935. Ese documento se presentó en 1969 en Besançon (Francia) y, tres años después, la publicó en Madrid en el Instituto Geológico y Minero de España. Algunos de sus mapas a escala de la isla se incluyeron en el ´Mapa Geológico de España´. Marga Torres destacó que el geólogo ha querido que el material se destine a Ibiza a pesar de que varias instituciones y museos han ofrecido grandes cantidades económicas a Rangheard por la colección. «Le pagaban mucho, pero él quería que se quedara en la isla», afirmó Montse Tur, esposa de Toni Costa, el gran amigo ibicenco de Rangheard y su mujer, Marie Thérèse.

Inviernos de estudio

Rangheard explicó que las muestras recogidas en la isla hace medio siglo permiten ver la evolución de la vida de los seres vivos, pero también del clima de hace millones de años en la isla. El experto señaló que durante el invierno enviaba todo el material a otros especialistas de Europa para que le ayudaran en la investigación. Rangheard señaló que es incapaz de quedarse con una única pieza de todas las que ha donado. «Todas son interesantes y guardan información», aseguró tras la firma del convenio en el despacho del presidente del Consell de Ibiza, Xico Tarrés, presidido ayer por una roca. «Esta no es de las mías», aclaró el geólogo. «No, esta me la trajo un amigo del profesor para que se la diera», confesó Marga Torres. Aunque indicó que todavía tiene que analizarla con calma para ver qué secretos esconde, Rangheard adelantó que se aprecia una ostra, según tradujo la consellera.

El geólogo destacó la importancia de las fotografias aéreas que captó durante los años 60 ya que «permiten ver la evolución de la isla desde aquel tiempo hasta ahora». Una de las primeras cosas que analizó al llegar a la isla fue la galena argentífera de Sant Carles. «Los filones se iban hacia el mar y las galerías se inundaban, por eso dejaron de exportar plata», detalló el experto que aseguró que, a pesar de que han pasado cinco décadas desde entonces, aún «podría decir por dónde van los filones para encontrar» el mineral.

Lo que más sorprendió de la isla al experto, que ha seguido visitando Ibiza con regularidad desde que vino por primera vez para su tesis, no tienen nada que ver con la geología: «En aquellos seis años me sorprendió cómo en un tiempo que en la historia es ínfimo, puede cambiar tanto la sociedad como cambió Ibiza en los años 60».