Olga López Adzerias llegó hace ocho años a Formentera procedente de Sabadell. Desde muy joven se sintió atraída por el telar y la creación de tejidos. Tras un periodo de formación en la escuela Teranyina, decidió convertir en su profesión la confección de tapices, telas y otras creaciones con hilos de algodón, lana y cuerda. Su inquietud por aprender la ha llevado a Marruecos, a una población situada al sur de Marrakech. Allí ha pasado parte del invierno aprendiendo la técnica del tapiz sobre un telar vertical y conviviendo con una familia de tejedores.

Ahora no esconde su alegría por haber podido exponer sus trabajos en el recién inaugurado Centro ´Gabrielet´, que cuenta con una sala para la exposición de artesanía. En este amplio espacio ha montado los telares con los que normalmente trabaja; uno de pedales y otro vertical. De este último salen sus tapices de temas figurativos, en cambio el telar de pedales sirve para crear tejidos más simétricos.

De las paredes de la sala también cuelgan una buena parte de sus trabajos, que vende en verano en su puesto del mercadillo de la Mola. Sus creaciones son de lo más variado, aunque en todas ellas se aprecia una inquietud por la investigación y por profundizar en las posibilidades creativas que salen del entramado de hilos que maneja.

Visita a Chaouen

La segunda exposición que se puede ver estos días en la sala de la Caixa de Sant Francesc es de fotografías y se encuadra en los actos organizados por las conselleries de Asuntos Sociales y de Cultura con motivo de la fiesta intercultural. Moulay Ahmed Belamine Alami utiliza tanto el color como el blanco y negro para mostrar los rincones más bellos de su localidad natal, Chaouen, al norte de Marruecos. Pero también capta a sus vecinos y los paisajes en los que se ha criado, en las estribaciones de las montañas del Rif.

El fotógrafo logra captar la atención gracias a su técnica y a lo acertado de los encuadres. Una de la imágenes que más impactan es de una fachada de casa de color azul que los habitantes de Chaouen aplican al encalado. Pero Belamine Alami va más allá de lo evidente y se ejercita en escribir con una luz poderosa marcada de matices y en las imágenes en blanco y negro aprovecha al máximo el juego de sombras.