Los niños con grandes capacidades intelectuales, conocidos también como superdotados, no abundan, pero existen y es frecuente que los miembros del cuerpo docente se hayan topado con algunos casos. Las grandes capacidades, que cualquiera podría pensar que suponen una importante ventaja educativa, a menudo se convierten en un problema, si la educación de estas personas no está bien encauzada. Es una de las conclusiones de la charla que ofreció el jueves en el Club Diario de Ibiza la psicóloga Susana Arroyo, desplazada desde Barcelona, en un acto organizado por la Associació d´Alts Capacitats i Talents d´Eivissa i Formentera (Actef).

Según los datos estadísticos que aportó Susana Arroyo, el 60 por ciento de los niños o niñas con grandes capacidades tienen un rendimiento escolar por debajo de sus posibilidades y el 30 por ciento de ellos derivan en casos de fracaso escolar. «Solamente un 10 por ciento de estos alumnos rinden conforme a sus posibilidades», subrayó la ponente. Son cifras que invitan a la reflexión y demuestran la necesidad de que los profesores se vuelquen en atender a esos casos.

Entre los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de encontrarse con un superdotado que no solo no rinde según sus posibilidades, sino incluso menos de lo normal, está la motivación que sienten esos niños hacia el estudio. Arroyo precisa que a esos niños no les motiva precisamente sacar una buena nota u obtener un expediente brillante, sino que «se sienten motivados por el conocimiento, el afán de saber».

A menudo es la falta de motivación o bien una estrategia equivocada en el aprendizaje lo que deriva en la insatisfacción escolar, que desembocará en una especie de fracaso, propiciado por un bajo rendimiento. Si el rendimiento es escaso, entonces baja la autoestima y se impone la necesidad de «actuar con urgencia con el fin de romper el círculo», según la psicóloga.

Arroyo subrayó que la baja tolerancia en estos niños hace temer al fracaso. Pero también existe el temor al éxito, hasta el punto en que con frecuencia los niños con grandes capacidades deciden disminuir su rendimiento para evitar que les llamen cosas desagradables.

La desmotivación puede venir dada por el entorno, el rechazo social, la familia, el contexto escolar. Por esto el papel del profesor es muy importante y a menudo deberá actuar rápidamente para obtener un buen resultado. Su objetivo estará en conseguir que el alumno esté motivado, tenga buenos hábitos de estudio y, en definitiva, un rendimiento escolar de acuerdo con sus posibilidades, que será más elevado que la media, y todo ello, sin afectar a su autoestima.