Steve, Jairo y Fran han tardado un mes en dejar lista ´Ràpid i fogós´, una ´carrilana´ híbrida entre un ataúd y un avión con alarma, luz –«de LED, de bajo consumo», especifica uno– y batería. El sábado la pusieron a prueba en la ronda clasificatoria de ses Marrades y no decepcionó: fueron quintos, pero rompieron el freno. Tras estar hasta altas horas de la noche poniéndola a punto, a las diez de la mañana de ayer esperaban en la salida del Gran Premio Peugeot-Fiestas de Corona 2011, organizado por la asociación de vecinos, para poder mejorar su tiempo y, por qué no, hacerse con el triunfo.

Los primeros en competir fueron los vehículos de cuatro ruedas, que se dispusieron en orden según los resultados obtenidos el día anterior. El recorrido eran unos tres kilómetros de bajada con bastantes curvas, algunas muy cerradas. Por supuesto, el público no faltó a la cita y animó y aplaudió a todos los participantes.

Cada dos minutos daban la salida a una ´carrilana´, que se lanzaba a toda velocidad. Hubo de todo: la mayoría de participantes se movía sincronizadamente para hacer contrapeso y dirigir el vehículo; unos pocos perdían velocidad y echaban a correr empujando la ´carrilana´ para coger ritmo; otros apuraban al máximo en las curvas con los consiguientes «¡uys!» del público... Y entre tanto, los espectadores hacían gala de sus conocimientos: «Cogen entre 30 y 40 kilómetros por hora», «al frenar pierden seguridad», «llevan ruedas demasiado pequeñas».

Cuando habían bajado unas diez ´carrilanas´ se paró la carrera y la ambulancia se dirigió hasta la meta. Al parecer, hubo un susto con un participante, que finalmente salió ileso, por lo que 15 minutos después se retomó la prueba con los dos vehículos de cuatro ruedas que faltaban.

A continuación fue el turno de la categoría G1, de tres ruedas. Los primeros en aparecer por la carretera fueron Ramón y Guillermo, piloto y copiloto, respectivamente, experimentados en este tipo de prueba. «Es todo hierro, fabricación casera», explicó Guillermo minutos antes de tomar la salida. Como el resto de participantes, llevaban casco y el cuerpo protegido con prendas acolchadas, en algunos casos hechas en casa.

En esa categoría compitieron cuatro o cinco ´carrilanas´, que dejaron paso después a las bicicletas o al valiente ´hombre-rueda´, que bajó tumbado sobre la carretera, solo separado unos centímetros del firme por las ruedas que tenía enganchadas por el cuerpo.

Cuando todos estaban en la meta, fueron remolcados o transportados de nuevo a la salida para empezar la segunda manga pasado el mediodía. «Es muy suave», lamentó uno de los participantes sobre el recorrido.