Es difícil pillar a Pepín Valdés sin una cometa encima. O dos. En su bici lleva una grande con forma de pájaro y en el bolsillo una pequeña de plástico amarillo que cabe en cualquier rincón. Hasta en Noruega, estando de vacaciones, voló uno de estos artefactos por los que siente pasión desde toda la vida, especialmente después de leer el libro ´Cómo construir 100 cometas´, de David Pelham. Profesor de Educación Física del colegio Guillem de Montgrí, le gustaría que alguien apostara por la energía limpia que se puede obtener de las cometas y quiere probar el parasailing. Está abierto a todas las propuestas relacionadas con estos, según el diccionario, juguetes, sobre los que tiene un blog (posaunestelalcel.blogspot.com). Propone, cómo no, volar las cometas mientras responde a las preguntas.

—Le advierto de que nunca he conseguido hacer volar una cometa.

—[Ríe] Es cuestión de mirar, pensar lo que tengo que hacer, pararme, tomarme mi tiempo y seguro que cualquiera puede conseguirlo. No se puede hacer volar de forma inmediata.

—Pero en la última escena de Mary Poppins parecía muy fácil.

—Es que puede ser así de fácil. No tiene por qué ser complicado, pero tienen que coincidir todas las cosas. Mira, el viento ahora ha entrado más claro y fíjate como la cometa se adelanta. Pero podríamos haber estado peléandonos tres horas sin conseguirlo.

—¿Ser hombre de mar ayuda?

—Conocer el viento ayuda y en el mar el viento es algo muy importante.

—¿Hablarles o animarlas las ayuda a volar?

—No, hablarles no, aunque no lo descarto.

—Hablarles no, pero ¿escucharlas?

—Escuchar, a veces, para saber la intensidad del viento. Pero es más observación. Se siente más con el hilo que escuchando.

—Entonces todo es cuestión de viento

—Sin viento no vuelan, pero hay cometas que pueden hacerse volar sin viento.

—¿Perdón?

—Creando tú el viento. Si lo consigues, ya está.

—¿Y cómo se crea el viento?

—Moviéndote tú. Incluso en un espacio cerrado. Hay cometas que se hacen para eso.

—Habrá que moverse muy rápido.

—No, es un movimiento de mano. No hace falta mucho más movimiento que el de algunos jugando a la Wii. Es como un ballet, una danza. Es muy bonito.

—¿Alguna vez se ha emocionado al volar una cometa?

—Siempre te emocionas. Puedes estar seguro de que volará, pero hay un punto de incertidumbre. Siempre puede pasar algo, alguna pieza mal colocada, el viento no es el que toca…

—¿Tiene algo de magia?

—Sí. Hay cosas que a veces no entiendes. ¿Cómo puede volar si no cumple ninguna regla? Hemos aprendido de los errores. Hemos construido cometas mal por no mirar bien el libro, puesto el travesaño de detrás, delante y se rompía… Hay cometas curiosas que deberían volar bien y no vuelan y otras que son piezas de poesía en el aire. El otro día, había dos cometas de personas que no conocía y eran de las más bonitas que he visto nunca. Únicas.

—¿Alguna cometa le ha dado problemas?

—Este año probamos con una de la lechuza de Harry Potter. Debía volar muy bien, luego parecía que no iba a funcionar, pero curiosamente, al final, muchos lo consiguieron. Al ser muy pequeña y ligera necesita viento constante pero no muy fuerte. Es muy fácil de hacer y para una primera construcción está muy bien. Con este viento, volaría. Este ya lo tengo catalogado. Es una brisa muy suave, fuerza 1-2. Está muy bien.

—¿Ha volado alguna cometa en el mar?

—Lo he probado, sí. Con el kayak y el velero. Hay cometas de arrastre para esto.

—Nos ha enseñado cómo son las cometas de Australia, Argentina, Japón… ¿Es su souvenir favorito cuando se va de vacaciones?

—Más que comprarlas, porque me interesa que vuelen y funcionen, las hago. Tengo algunas de gente que me las ha traído. Están de vacaciones, encuentran una cometa y piensan: «¡Para Pepín!»

—¿Cuántas tiene?

—Tampoco tengo tantas. Una china en la escuela y en casa alguna de China y de Bali.

—En el mar navega, en el cielo vuela las cometas y en tierra…

—En tierra la bicicleta. El placer de ir en bicicleta es incomparable. Uno de los placeres más grandes que tengo es ir al colegio en bici. Quince minutos que son un privilegio. Ahora en invierno, pasar por la entrada de las alamedas, que se han caído las hojas, con el color que hay… Y el 1 de marzo brotarán de un día para otro. Son acontecimientos increíbles. Y las nieblas. Entrar en la niebla yendo en bicicleta es una sensación fantástica. Hace frío, pero es un privilegio. ¡Vaya! Se me acabado el hilo de la cometa. Ya no puedo colocarla más arriba.

—¿Y qué pasa ahora, sin más hilo?

—La dejas en el cielo, la observas. Siempre vuelan mejor allí arriba que aquí abajo, hay turbulencias. Esa es una de las cosas malas que tenemos aquí: cuando el viento viene de tierra los edificios molestan, hacen de pantalla. El viento debe ser de Ponent, Llebeig o Mestral.

—¿Cómo lleva la posibilidad de que se edifique más en esta zona?

—Muy mal. Me duelen los errores consecutivos. Estamos pagando errores anteriores y todo por codicia. Recuerdo, de pequeño, que no existía ningún edificio. Luego se plantó ese [señala un bloque blanco]. La mitad de los edificios se podrían haber evitado. Vas dándote cuenta de que nos pelearemos mucho, se hará todo y esto quedará como un parque sui generis que no será apropiado para el pueblo, que necesitaría esta zona libre de edificios. Y todo porque no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo. He nacido aquí y cuando jugaba de niño era público, militar. Alguien que conocía la manera de hacérselo privado, lo hizo. Es una lástima. La riqueza colectiva es más para unos que para otros. Acabará creciendo, no sabemos cómo y no me gusta. En verano, me gustaría montar aquí alguna instalación artística relacionada con las cometas. Obras de arte. ¿Ves la cometa? Ahora tiene el viento justo.

—Cuando en clase se enseña a hacer una cometa, ¿se están enseñando otros conocimientos?

—Se aprenden muchas más cosas. Todo el currículum está en una cometa. ¿Ves ahora cómo se mueve? ¿Ese movimiento de pinza? Está teniendo más viento del que toca. Se aguantará, pero no soportará mucho más.

—¿A cuántos metros están las cometas?

—La mía a 40 metros, la tuya algo menos, pero puedes darle hilo, tienes más que yo.

—Hablaba del currículum.

—Todo el de Matemáticas y Geometría está aquí y también mucho de lo que se puede enseñar en Secundaria de Física. Con un niño pequeño se trabaja la simetría, que es muy importante para el aprendizaje de la lectura. Y también está la parte emocional. Las historias comienzan aquí [señala el hilo que sale del carrete] y podríamos seguir escribiendo y escribiendo y construir cualquier historia.

—Me he quedado sin hilo.

—Asegúrate de que tiene nudo. A veces no lo he tenido y la cometa ha salido volando.

—¿Y ha soñado salir volando tras la cometa?

—Antiguamente se subía a la gente en ellas. Como en los parapentes, que son cometas. Debe ser un placer. Me gustaría probarlo porque sería como subirme a una cometa. Es otro nivel. Es cometa extrema y es muy importante controlarlo. Ahora tenemos un hilo, pero eso tiene cuatro hilos. Hay cometas de dos hilos y de cuatro. Decía antes que tengo cosas que aprender y una de ellas, además del ballet de cometas sin aire, es volar las de cuatro hilos. Con uno, el viento te controla, pero con cuatro puedes controlar al viento. Hay mucho que aprender.