Juan Carlos, de 8 años, lleva desde el 21 de diciembre sin acudir al colegio. Sus padres, Juan Antonio Catalán y Carmen Escandell, han decidido no llevarlo más al centro de Can Raspalls hasta que el Govern contrate a más personal para el aula de educación especial en la que está escolarizado el pequeño, con una discapacidad del 77 por ciento. Carmen asegura que no está tranquila dejando al niño en el colegio, especialmente desde que el pasado 20 de diciembre sufrió un accidente que afirma que estuvo a punto de costarle la vida. «Juan Carlos se atragantó. En ese momento la auxiliar estaba en el cuartito cambiando el pañal a otro niño y la profesora estaba fuera. Dio la casualidad de que la fisioterapeuta estaba en clase y al escuchar un ruido extraño se dio cuenta de que no respiraba. Lo atendió, vino la ambulancia, como no reaccionaba llamaron también a la UVI móvil y lo llevaron al hospital Can Misses», señala Carmen.

En estos momentos, en el aula están escolarizados seis niños de entre cuatro y ocho años con discapacidad profunda. Cinco de ellos llevan pañales y necesitan ayuda para comer. Les atienden una psicopedagoga terapéutica y una auxiliar, personal que considera «insuficiente» para garantizar que los niños estén bien atendidos. El centro y el resto de padres de los niños escolarizados en este aula apoyan la reivindicación de Carmen Escandell y solicitan que se contrate, al menos, a una persona más con formación específica para atender a los escolares. «Solo cambiarles los pañales y darles el desayuno se come todo el tiempo», afirma, desesperada, Carmen, que además detalla que el fisioterapeuta «no cumple el mínimo de seis horas semanales en el aula» porque lo comparten con otros colegios.

Los padres de los alumnos de este espacio han firmado una carta que entregarán a la conselleria de Educación denunciando su situación. «Solicitamos, pedimos, exigimos, suplicamos que se cumplan los derechos mínimos que por ley les corresponden a nuestros hijos», se lee en el documento. Las familias confiesan que están contentas con las profesionales que atienden a los niños, «pero les falta ayuda para poder desarrollar el aprendizaje mínimo», matizan. En la carta solicitan un fisioterapeuta y un logopeda a jornada completa en Can Raspalls y una auxiliar más, así como que una de las personas que está en el aula tenga conocimientos de enfermería «para atender a los niños ante una urgencia y evitar daños mayores o irreversibles, puesto que tres de ellos están medicados por epilepsias y otro sufre disfagia». Además, critican que en Ibiza no haya ningún centro específico de educación especial, a diferencia de Mallorca.

Apoyo de la dirección del colegio

Carmen Escandell y Susi Fresneda (madre de Lucas, otro de los niños escolarizados en el aula especial) señalan que esta no es la primera vez que denuncian la falta de personal en el aula de educación especial. El pasado 9 de noviembre, se reunieron con la delegada de la conselleria de Educación en las Pitiusas, Laura Carrascosa, para exigir la contratación de más trabajadores. «El informe que ella tenía sobre ese aula no era correcto, por lo que solicitó que se elaborara otro, algo que no entendemos», señala Carmen, que asegura que ya en esa reunión los padres le comunicaron su temor a que sucediera «alguna desgracia». «Ahora ya ha pasado», lamenta en el comedor de su casa, con Juan Carlos a su lado. «Educación nos obliga a escolarizar a nuestros hijos pero nadie obliga a los responsables de Educación a que los colegios cumplan las condiciones mínimas para garantizar su seguridad», insiste.

La directora del centro, Peligros Saura, mostró ayer su apoyo a la petición de los padres de que haya más personal en el aula especial, sobre todo para que uno de los trabajadores tenga formación específica de enfermería. La directora señala que aunque está previsto que estas aulas puedan contar con especialistas de este tipo, apenas hay centros en Balears que los tengan en plantilla.

Carmen explica que tras el accidente de su hijo en el colegio comunicó a Carrascosa que dejaba de llevar a Juan Carlos al centro. «Le dije que se podría haber evitado y que si mi hijo está vivo es porque en ese momento dio la casualidad de que estaba allí la fisioterapeuta. En una situación normal no quiero ni pensar qué habría pasado», señala. La madre indica que no ha recibido respuesta de la delegada.