Sant Antoni regresó el sábado por la noche a los años sesenta en la séptima edición de la fiesta Flower Power que, según la edil de Fiestas, Lidia Prats, resultó un éxito de público. Ataviadas con indumentaria hippie o al menos con algún detalle que evocaba aquella época, miles de personas abarrotaron las calles de la localidad y disfrutaron de una velada de música en directo y mucho baile.

«Cada año va a más aunque parezca imposible; hubo más gente que nunca», resaltó Prats, quien comentó que en una página de la red social Facebook en la que se convocaba a participar había alrededor de 2.000 personas confirmadas. Los asistentes, de todas las edades: «Desde gente mayor a otros muy jovencitos que incluso iban junto a sus padres», destacó.

Y como no podía ser de otra manera, todos vestidos para la ocasión. «Ir al Flower Power sin disfrazar es como disfrazarte un día normal; la gente te miraría y diría: a este qué le pasa», resaltó la edil, que añadió que aunque fuera «peluca o una cinta en el pelo», todo el mundo llevaba algo. Y no solo las personas, también los vehículos que participaban en el concurso de coches hippies. El ganador fue Victoriano, con una furgoneta de lo más flower.

Una parte de la fiesta se centró en la carpa, que había sido decorada incluso más que otros años. A su amparo, el público pudo disfrutar de la actuación de la banda Els Volcànics, llegada de Olot. Can Raia y Bluesmàfia también se encargaron de animar la noche por las calles, así como los discjockeys Pharma –«fue una absoluta sensación», resaltó Prats–, Joan de Delta y Javi Box, a los que se escuchó en camiones ambulantes y en la carpa. A ellos se sumaron carritos con instrumentos musicales.

Prats se refirió a la implicación de los bares de la zona del West End, que no solo se decoraron en el interior, sino también en sus fachadas. «Todo el pueblo era un Flower Power», apostilló la concejala, que comentó que la noche transcurrió sin incidentes reseñables. «La gente fue muy cívica y estuvo muy tranquila, de paz y amor», concluyó.