Alrededor de 400 paraguayos, casi todos los que residen en la actualidad en la isla, se reunieron ayer en la iglesia del Rosario para celebrar su fiesta nacional, en honor a la Virgen de Caacupé. El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, presidió la misa, en la que

la música paraguaya y los cánticos en guaraní fueron los protagonistas. Tras el baile los paraguayos comieron sopa, mbeyu y una torrada.

Estaban casi todos. Es cierto que cada año son menos. La crisis afecta sobre todo a los inmigrantes y la colonia paraguaya, que hace años llegó a rozar el millar en la isla, se ha reducido hasta unas 400 personas, que abarrotaron ayer la iglesia del Rosario de Vila. El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, presidió la misa en honor a la virgen de Caacupé.

Los paraguayos son muy devotos y ayer lo demostraron acudiendo en masa a celebrar la fiesta nacional de su país, centrada sobre todo en los actos religiosos. En realidad la fecha del ´milagro´ de Caacupé se conmemora el 8 de diciembre, pero la comunidad paraguaya de Ibiza adelantó el evento al domingo para que pudiesen acudir todos.

La misa es diferente a la española, ya que casi toda es cantada, en guaraní, y la mayoría de los paraguayos lucieron trajes típicos de su país. Al son de la música la imagen de la virgen de Caacupé salió de la iglesia del Rosario al mediodía y los devotos la siguieron en procesión alrededor de la manzana.

Luego degustaron platos típicos de Paraguay, como el mbeyu, la sopa y una torrada, parecida a la ibicenca, y bailaron y cantaron con gran animación (el ´Pájaro campana´, el ´Pájaro soguy´ y la ´Galopera´, entre otros temas).

«Cada vez somos menos, está la cosa muy mal», se lamentaba Faustino Ortiz, miembtro de la Comunidad paraguaya Virgen del Rosario, mientras desfilaba portando la imagen de Caacupé.

«Llevo tres años y medio en Ibiza, pero hay mucho paro», coincidía Rubén, otro paraguayo, mientras paseaba a su hija, Dana Abigail, de cinco años, a la puerta de la iglesia.

Hermenegilda hacía lo mismo con Sandi Luana, su hija de seis meses. «Es un día muy grande para nosotros, somos muy católicos», decía emocionada. Mientras tanto, en el interior de la iglesia los pañuelos blancos ondeaban mientras los instrumentos y los cánticos religiosos iban in crescendo.

«Yo no soy católica, pero mi empleada es paraguaya, tenemos un hijo de la misma edad y me ha invitado», decía una de las pocas personas no nacidas en Paraguay que se acercaron a la parroquia del Rosario, la nigeriana Linda.

Gracias a la ´virgencita´

Ocurrió el 8 de diciembre de 1765 en Caacupé (Ka´a Kupe en guaraní). Un nativo que escapaba de la peligrosa tribu Mbaya se acordó de la ´virgencita´ cuando estaba acorralado. La virgen le volvió invisible y salvó la vida, según cuenta la leyenda.