—¿Cada vez hay más enfermedades reumáticas?

—Siempre las ha habido. Ya se encuentran en algunas momias egipcias, en los faraones. Últimamente no se han definido nuevas enfermedades reumáticas.

—Los faraones ya las sufrían y aún continúan. ¿No se eliminarán?

—Son enfermedades de base inmunogenética, inflamatorias, tienen una base de alteración de nuestro sistema de defensa y mucho que ver con la genética. Cuando existe posibilidad de expresar una determinada genética se pueden dar estas enfermedades.

—Hay que resignarse.

—Como humanos, sí. La búsqueda de la eterna juventud ha estado ahí siempre y siempre estará. Aún hoy se busca. Lo que estamos haciendo los reumatólogos es mejorar de manera extraordinaria la calidad de vida de los enfermos.

—Siempre se asocian estas enfermedades, el reuma, a las personas mayores. ¿Es realmente así?

—En absoluto. Una de las secciones más importantes en el servicio de Vall d´Hebron es la reumatología infantil. Hay muchos niños que sufren estas enfermedades a partir de los dos años y hoy en día conseguimos que muchos de estos niños lleguen en buenas condiciones a la adolescencia. Son enfermedades que pueden ser muy graves e invalidantes en los niños. La gente habla de reuma, pero el reuma no existe, existen las enfermedades reumáticas, y hay muchas.

—Esto implica que el paciente vaya al médico relativamente rápido.

—Eso y que el médico de familia esté alerta y tenga acceso al reumatólogo. En muchos hospitales de todo el mundo se aplica un circuito de bypass, el médico de familia llama al especialista y éste atiende al paciente al día siguiente.

—¿Ha cambiado mucho la reumatología en los últimos años?

—Desde hace unos 15 años se han incorporado las terapias biológicas, que incluyen diferentes tipos de moléculas y se aproximan a la raíz del problema. Ha sido tanto el éxito clínico de estos fármacos que hoy en día los reumatólogos sabemos que podemos llegar a la remisión de la enfermedad, que no haya ni clínica ni biológica ni radiológicamente ninguna actividad. Es por eso que este mes se ha redefinido el concepto de artritis reumatoide. Este cambio viene dado porque sabemos que cuanto antes tratemos la enfermedad los tratamientos serán más eficaces. —¿Qué síntomas deben hacer saltar las alarmas? No confundirlos con el dolor de un golpe.

—Somos animales causales, buscamos una explicación, un porqué, a todo. Me caí y por eso me duele, dormí en ses Illetes, cogí frío y por eso me duele la espalda. Lo realmente importante para diferenciarlo de un golpe es que la inflamación, el dolor y la rigidez se mantienen en una misma articulación durante bastante tiempo. Empezamos a definir la artritis reumatoide a partir de entre cuatro y ocho semanas de que una articulación esté constantemente inflamada. Intentamos verlo lo antes posible.

—¿La gente es consciente de la importancia de las enfermedades reumáticas?

—Es igual de fastidioso que en cualquier otra enfermedad crónica. Una enfermedad de estas características es muy pesada para el paciente, para su entorno y tanto social como laboralmente porque a un enfermo de artritis reumatoide le cuesta aceptar sus limitaciones. Entendemos poco a los enfermos reumáticos.

—¿Qué cosas no puede hacer un enfermo de artritis reumatoide?

—Una artritis reumatoide es una enfermedad grave. Si uno tiene muchas articulaciones afectadas, tiene dolor, inflamación continua, le cuesta moverse… Le cambia el carácter y el día a día. La introducción de nuevas medicaciones es lo que ha hecho cambiar esto. Hace mucha ilusión ver enfermos que ascienden en su trabajo, tienen hijos y pueden jugar con ellos de manera normal.

—¿Cuáles son los retos de futuro de la reumatología?

—Básicamente mejorar los tratamientos. Estamos cada vez más cerca. El gran problema es que el gasto farmacéutico en una reumatología clásica es muy escaso, se usa mucho la aspirina, que es muy barata. Las terapias biológicas han hecho que el gasto farmacéutico aumente de forma considerable. Todas las cajas, según los políticos, están vacías y estas medicaciones en el conjunto del Estado representan un volumen de dinero muy importante. Pero el coste de efectividad de estas drogas supera muchas otras. Sobre todo por la calidad de vida. Una artritis reumatoide, que casi siempre afecta a mujeres, la puedes trampear, pero con el paso de los años lleva a una destrucción articular y debe intervenir el cirujano ortopédico con las prótesis. Una de las obsesiones de los reumatólogos es dejar en el futuro sin trabajo a los cirujanos ortopédicos. Qué gusto si conseguimos que no se destruyan las articulaciones y evitar las prótesis. No sé si lo veré, pero lo conseguiremos.

—¿Por qué afecta más a las mujeres?

—Por una cuestión inmunogenética. Hay enfermedades de todo tipo que tienen preponderancia por un sexo u otro. Las enfermedades reumáticas que afectan más a los hombres son las espondilitis o espondiloatropatías. Y la artritis psoriásica es igual en los dos sexos.

—¿Qué se puede hacer para prevenir estas enfermedades?

—Básicamente cuidarse físicamente en el sentido más amplio. No hay una alimentación recomendable científicamente que se haya demostrado que es mejor. No hay nada específico para la artritis reumatoide, pero si hablamos de osteoporosis, serían recomendables el calcio y el sol.

—Algunos pacientes recurren a terapias alternativas como masajes o cremas. ¿Funcionan?

—Siempre digo que a males banales, terapias banales. Cuando era pequeño en muchas casas había un hongo enorme en una mesa del comedor y la gente tomaba una tacita. Fue una moda. Sobre estas técnicas siempre digo a los pacientes que si les van bien, que las utilicen. Lo que no haré será recomendarlas a los demás.

—Fue diputado del PP en el Parlament de Catalunya. ¿Es más difícil la política o la medicina?

—Soy un hombre inquieto. Me gusta hacer cosas. Siempre he pensado, aunque parece un poco coránico, que debía dar algo de lo que he recibido. Quería devolver algo a la sociedad. La política me decepcionó porque la estructura de los partidos es muy rígida y se pierden muchas personas de gran valía por el camino. Fui diputado del Parlament y la única ley que llevé a cabo fue la de los perros lazarillo. Soy catalán nacido en Barcelona, mi padre era de Palafrugell, mis abuelos eran los maestros de La Bisbal y fueron repudiados en la época franquista porque importaron el Institut de Lliure Ensenyança. Mi madre era de Soria, de San Esteban del Gormaz, tierras del Cid. Me siento catalán y hubo una época, que aún sigue, en la que la lengua catalana sufrió unos ataques feroces por la política de Madrid. No lo soporté y en ocho o nueve meses me fui. Recuerdo que el día que tomé la decisión se publicó una portada de ABC que decía que Pujol al igual que Franco elimina el castellano o algo parecido. Y hasta ahí llegué. Creo que aún debo cosas a la sociedad. Tengo mis años pero aún tengo fuerza, no tinc l´ànima morta i em sento bullir la sang [parafrasea la canción ´Ara que tinc vint anys´ de Joan Manuel Serrat] y alguna cosa haré.

—Hacen falta reumatólogos en Can Misses. ¿No le tienta?

—Ibiza es mi segunda tierra. Vengo desde los tres o cuatro años a esta isla que me ha dado tanto y en la que he sido tan feliz. He vivido mi infancia, adolescencia, juventud e incluso mi madurez aquí. La señora Dolores me enseñó a pescar, a poner bien los anzuelos y saber si pescaba una donzella, una vaca o un esparrall y a saber parar cuando has pescado lo suficiente para comer. Cosas que me han servido mucho en la vida. No puedo vivir sin mi ración de flaó y hierbas y sin los baños en Cala Saona, ses Illetes o los acantilados de es Vedrà. Vendría aquí, alguna oportunidad he tenido, no lo puedo negar, pero he llegado tarde. Me costaría trabajar en Ibiza, que para mí significa relax.