El estudio de capacidad de la red viaria de Formentera fue encargado por el Consell Insular con la idea de contar con datos fiables sobre movilidad a la hora de redactar las modificación de las Normas Subsidiarias, pendientes de aprobación definitiva. La principal conclusión del informe es demoledora: «El volumen de ocupación del tramo principal, desde la Savina a es Caló y entre Sant Ferran y es Pujols, supone que buena parte de la red está en su límite de capacidad teórica». Y añade que cualquier crecimiento del número de usuarios en estas carreteras supondría «sobrepasar su límite de saturación» y más si no se potencian las ocupaciones de la vía con vehículos ligeros, «motocicletas y bicicletas».

Las mediciones de paso de vehículos fueron realizados a finales del mes de julio de 2009 instalando 17 puntos de control. La intensidad del tráfico más alta se registra entre Sant Francesc y Sant Ferran, con una media diaria de más 19.000 vehículos. Durante los dos meses centrales del verano la frecuencia de tráfico diaria en el conjunto de las carreteras fue de unos 181.000 vehículos.

El estudio, realizado por la empresa especializada Avanced Logistics Group (ALG), apunta: «Teniendo en cuenta la sensibilidad ambiental de la isla, que basa buena parte de su oferta turística en la calidad ambiental y paisajística, las opciones basadas en infraestructuras de gran impacto territorial no son aconsejables».

Además, concluye que una opción estratégica de crecimiento de la ocupación turística y residencial «superior al 30% o el 35%», supondría prever la reserva de suelo en las Normas Subsidiarias para «un posible desdoblamiento de la PM-820, entre la Savina y es Caló, así como las nuevas rotondas que ahora se proponen». La modificación de las Normas Subsidiarias prevé un crecimiento del 10 por ciento en los próximos años.

Medidas contra la congestión

El estudio propone asimismo una serie de medidas combinadas para aligerar el tráfico en los momentos de mayor congestión en determinados puntos y para mejorar la seguridad de los vehículos más «débiles» (motocicletas y bicicletas) pero con una presencia muy importante en las carreteras. No obstante, el informe puntualiza que el porcentaje de motocicletas es, en muchos casos, superior al 40% al de coches, por lo que deduce que todavía queda margen de capacidad «real especialmente si se toman medidas para adaptar la red existente a la ocupación que soporta».

Entre las posibilidades para evitar situaciones de saturación durante determinados momentos de los meses de julio y agosto, se plantea «una ampliación de las plataformas [de las calzadas] hasta los 11 ó 12 metros», teniendo en cuenta que actualmente en los tramos principales la calzada tiene una anchura de no más de ocho metros.

El estudio apuesta claramente por el uso de la bicicleta como «un modo básico de transporte», más allá del proyecto de circuitos verdes cicloturistas que propone el Consell. Esta cuestión se concreta en establecer «una red concreta de ´carriles bici´ que conecte los principales puntos desde los que se generan los desplazamientos». En este sentido, el estudio propone el uso de la red de caminos rurales para contar con una red «segregada» de los vehículos a motor, lo que permitirá mayor seguridad y atractivo a los desplazamientos que se realicen en bicicleta.

Uno de los puntos más conflictivos de la red viaria de la isla es el cruce de la PM-820 en Sant Ferran con la carretera que va a es Pujols, donde se propone, mientras se construye la rotonda prevista, la creación de un tercer carril de incorporación que evitaría las actuales congestiones.

Limitar el número de vehículos

Teniendo en cuenta la progresión demográfica ascendente de la isla y el eventual crecimiento de la ocupación turística la propuesta plantea dos medidas correctoras. La primera parte del hecho de que el parque móvil de los residentes no está en cuestión, por lo que cabría alcanzar «un acuerdo marco para limitar el crecimiento del parque de vehículos de alquiler». En este sentido afirma no podría ser muy superior al actual por lo que no debería incrementarse al mismo ritmo que el de la ocupación turística.

Para garantizar la movilidad, la reducción de la disponibilidad de vehículos de cuatro ruedas debe ir pareja a la potenciación de otros modos de transporte más ligeros, el impulso al transporte público y la mejora de las condiciones de aparcamiento, acceso y seguridad.