En mayo de 1967 subió a la barca que desde Ibiza le llevó a Formentera. El precio del billete: 14 pesetas. Aquel mismo año se tendería sobre el fondo del mar hasta la playa de Levante el primer cable eléctrico que llegaba de Ibiza para proporcionar energía a la industria salinera. Los cambios transcurrían lentamente, la vida misma. El ritmo de la isla que encontró Bob Dylan fue el bálsamo que buscaba desesperadamente después de haber sido ‘elegido’ sin proponérselo ni desearlo líder de varias causas y de toda su generación en los convulsos años sesenta de Estados Unidos: crisis de los misiles en Cuba, racismo y guerra de Vietnam.

El publicitado accidente de motocicleta en 1966 sufrido cerca de su casa en Woodstock (Nueva York) fue la excusa que le dio pie para ‘desaparecer’ del primer plano, escapar de una enorme fama y exceso de control y presión por parte de la industria discográfica, fans y medios de comunicación. Tenía 25 años de edad y muchos querían convertirlo en un profeta o mesías que resolviese el trabajo de facilitar y buscar respuestas, de guiar y orientar por el ‘camino correcto’ en la vida. Con 22 años, él y su compañera Joan Báez habían participado en la marcha de Washington por los derechos civiles junto al que sería abanderado y mártir de los derechos humanos, el reverendo Martin Luther King. Poniendo la música tras el memorable discurso de King (‘Yo tengo un sueño’), Dylan anunciaba que «los tiempos están cambiando», dándole una sonora patada en el trasero a una sociedad adocenada, conformista y profundamente racista. Muchos jóvenes habían visto y sentido por primera vez que un movimiento de masas se transformaba en un movimiento de conciencias. El american way of life se ponía en cuestión.

De acuerdo con su esposa de entonces, Sara, pasaría unas semanas de la primavera de 1967 en la isla que con vehemencia le había recomendado su mentor intelectual, el poeta de la generación beat Allen Ginsberg; en los siguientes siete años Dylan no volvería a salir de gira y tan solo actuaría esporádicamente, como en enero de 1968 en el homenaje a su fallecido maestro Woody Guthrie en Nueva York o el concierto para ayudar a Bangladesh en 1971 organizado por su amigo George Harrison.

En la Fonda Pepe

Durante su estancia en la isla el trovador americano tuvo como contacto a un joven actor del Living Theater británico que se encargaría de transportarlo en su automóvil, sería su inseparable escudero. Dylan entró rápidamente en contacto con Pepe Tur, creador de la Fonda Pepe de San Fernando en 1953 junto a su esposa Catalina. El establecimiento no cerraba ni puertas ni ventanas durante las noches templadas, la confianza era absoluta y total. Otro local que frecuentó Dylan fue la Cantina Mari Jesús (actual Blue Bar) en la playa de Migjorn, entonces un minúsculo chiringuito muy concurrido por los expatriados desde la mañana hasta primeras horas de la tarde.

Al atardecer, la Fonda era el lugar preferido por los viajeros, allí recibían el correo y los giros que generosamente enviaban sus familiares de clase media alta. La parada del autobús estaba junto al establecimiento, era punto estratégico ya desde que abrió sus puertas y desde que, unos años después, acudiese una oleada de viajeros holandeses, en su mayoría treintañeros que habían vivido de cerca las trágicas consecuencias de la II Guerra Mundial. Eran y se sentían supervivientes, sus ansias por vivir les hacía quemar la vela por los dos extremos, exprimían la vida, la palabra «mañana» no existía en su vocabulario, las animadas e interminables conversaciones unían la noche con el día. Por allí pasaron entre otros escritores: Jan G. Toonder, Jan Cremer, Harry Mulish, Hugo Claus, Cees Nooteboom, que con el tiempo se trasladó a vivir a Menorca, y Bert Schierbeek, que viviría hasta el final de sus días entre Formentera y Amsterdam.

Con Pío Tur

Bob Dylan sería uno de los primeros norteamericanos en llegar a la isla donde ya estaba instalado Robert Lewis Baldon, Bob de la Casa de Libros, (biblioteca y punto de encuentro de la comunidad internacional en San Fernando). Dylan continuaría la norma no escrita de dejar para el fondo de la original y curiosa biblioteca tantos libros como tomases en préstamo. La biblioteca era un local políglota en permanente ‘construcción.

En la Fonda Pepe se reunían clientela local y viajeros de paso -o viajeros que en, algunos casos, como Bob de la Casa de Libros, hicieron su estancia en Formentera definitiva. En general, la relación entre unos y otros fue casi siempre cordial. Un hecho haría aún más placentera la ‘escapada’ de Dylan: cruzaría sus pasos con otra gran personalidad, Pío Tur, formenterés de 34 años. Ambos entraron en contacto en la Fonda, quizás por estas afinidades: refinado sentido del humor, la música, el ajedrez y una gran espiritualidad de marcado contenido religioso judeocristiano.

Ambos tenían, y mantuvieron a lo largo de sus vidas, interés por el conocimiento de la Biblia y la filosofía de los místicos. En Formentera, Bob Dylan creó algunos de los temas para el álbum publicado a finales de 1967 llamado ‘John Wesley Harding’, (que, en un principio, de pura austeridad, pasó desapercibido, pero hoy está considerado como un trabajo capital en su obra).

El ‘I Dreamed I Saw St. Agustine’ y el ‘All Along the Watchtower’, basado en el Libro de Isaías, serían sin duda parte del trabajo formenterés. Además de algunas páginas de su inclasificable libro ‘Tarántula’.

Pío Tur Mayans, hombre de extraordinario y enorme bagaje cultural, de gran afabilidad, fue un político atípico, inusual, raro en el panorama balear o nacional. Fue conseller de Trabajo y Transporte del Govern balear desde 1987 a 1991 con Gabriel Cañellas (PP) -que, como es sabido, sería cesado como presidente debido al caso Sóller-. Lástima que la política esté tan alejada del ciudadano, tan poco permeable y además refractaria al ejemplo de la personalidad, el carácter e integridad de quienes, como Pío Tur, podrían aportar tanto a su difícil tarea de regeneración. Agitador cultural, era el prototipo de sabio despistado, ensimismado en sus pensamientos. Fue profesor superior de piano del Conservatorio de Barcelona y profesor de Solfeo y Teoría de la Música en Tarragona. Desde 1991 y hasta su jubilación impartió clases como catedrático de Didáctica de la Expresión Musical en la Universitat de les Illes Balears. Falleció en Palma el pasado año.

Creadores en busca de paz

Mientras jugaban al ajedrez aquellos dos jóvenes ya maduros, con algunas cosas claras y algunas incertidumbres, hablarían de todo aquello que a muchas personas interesa: el poder transformador de la música, el juego, el conocimiento, la vida... Y quizás bromease el profesor Tur sobre la posibilidad de examinar de solfeo al autodidacta Dylan, del mismo modo que el genio de Duluth (Minnesota) tal vez retara a Pío a componer una canción con letra y música en un hora.

Cuando Bob Dylan llegó a Formentera ya había ganado una buena fortuna y compuesto nueve obras maestras: ‘Blowin in the Wind’, ‘The Times They Are a Changing’, ‘A Hard Rain`s a-Gonna Fall’, ‘My Back Pages’, ‘Subterranean Homesick Blues’, ‘Mr. Tambourine Man’, ‘It´s All Over Now, Baby Blue’, ‘Higway 61 Revisited’ y la considerada mejor canción de todos los tiempos: ‘Like a Rolling Stone’. Después de la marcha de Dylan y la celebración en San Francisco (California) del denominado ‘Verano del amor’, cientos de hippies acudieron a Formentera. Uno de ellos realizaría un cuadro al óleo: una alegoría de Jesús de Nazaret que regalaría a Antonio Tur, hermano de Pío y párroco de Sant Francesc Xavier. El cuadro sería colgado en una de las paredes de la iglesia fortaleza.

Formentera continuaría siendo a lo largo de los años y hasta nuestros días lugar de destino de notables creadores: James Taylor, Antoni Tur ‘Gabrielet’, algunos miembros de los Pink Floyd, King Krimson, Chris Rea, Nina Hagen, Joan Coromines, Rafael Bataller, Emilio Sola, Monserrat Roig, Julián Asensio, Pierre Aubenque, Ángel Parra, Raimon Torres, Juan Ramón de la Cruz, Pi de la Serra, Frank Jackson, Pau Riba, Erró, Henri Guillet, Beni Trutmann, Antoni Taulé, Enric Majoral, Alejandro Jodorowsky, Pau Dones o Philippe Starck, que han encontrado en la isla aquello que tanto llamó la atención de los jóvenes airados holandeses, de creadores que, como Dylan, ‘descubrieron’ aquí la armonía de poder ser y estar en plenitud, en creativa paz con la tierra y el universo, con unas personas que aceptaban indiferentes las nuevas costumbres, que toleraban y respetaban otras formas de vida. Un lugar de encuentro de extraordinarias fuerzas telúricas, como ya intuyó el visionario Julio Verne.

El 24 de mayo, fecha del nacimiento de Bob Dylan, nos juntaremos para celebrar el 69 cumpleaños de un creador excepcional cuyos temas han sido interpretados por personalidades que van desde Marlene Dietrich hasta Jimi Hendrix. Un creador que ha influido a la música pop durante casi cincuenta años, desde los Beatles hasta el grupo local Aires Formenterencs -como resulta especialmente visible en el tema ‘Pàgines enrere’. No sabemos si el premiado Príncipe de las Artes acudirá a su fiesta en la Fonda Pepe. El día 29 de mayo inicia su gira europea en Atenas, el día de San Juan estará en Barcelona y, entre esas fechas, de gira por todo el continente.Tenemos mucho que celebrar por tanto como nos ha dado Robert Allen Zimmerman, Bob Dylan, y desde luego, como dice su canción, hará permanecer hasta el final del camino nuestros corazones, nuestros anhelos y esperanzas, por muchos años que pasen, ‘Forever Young’. ¡Molts anys i bons, Mr. Dylan!