Era de los primeros de la clase. «Un hombre de orden», recuerda el traumatólogo Juan Tur Roselló, que fue compañero de Alfredo Cardona en el Bachillerato, que cursaron entre 1960 y 1966; los dos primeros años en el antiguo Ayuntamiento de Dalt Vila, donde los estudiantes veían desde las ventanas de su aula el patio interior del antiguo claustro dominico en el que estaban las celdas de la cárcel. Cardona y el resto de bachilleres de su promoción inauguraron el instituto de Santa Maria en 1962, cuando por primera vez compartieron las aulas con chicas.

Después, con sólo 18 años, decidió ingresar en la Academia Militar de Zaragoza en 1968, siguiendo los pasos de su padre; desde entonces, su progresión ha sido imparable hasta alcanzar el máximo rango de la carrera militar, teniente general, sólo por debajo del general de Ejército (que es el empleo que ostenta el jefe del Ejército de Tierra). Cardona lucirá ya hoy las tres estrellas que distinguen el grado de teniente general en la ceremonia en la que tomará posesión de su nuevo cargo como jefe del Cuartel General de la OTAN en Retamares (Madrid).

Cardona nació en Ibiza en 1950 y hace seis años y medio, en julio de 2003, adquirió notoriedad pública al ser el primer jefe de las tropas españolas en Irak y de la Brigada Plus Ultra, la primera unidad multinacional del país, integrada por 2.500 militares de los que 1.300 eran españoles y el resto, de cuatro estados centroamericanos.

El entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, destacó la brillante carrera del militar ibicenco: «Es un general especialmente capacitado para operaciones de combate y creemos que es la figura necesaria para dirigir la brigada», declaró. El contingente se desplegó en las provincias de Al-Qadissiya y Nayaf mientras en España se recrudecía el enfrentamiento entre los que rechazaban la intervención militar y el Gobierno del PP, una polémica en la que Cardona siempre permaneció al margen. No obstante, el general sintió que el apoyo hacia el contingente era unánime y «absoluto», y así lo sentían los militares españoles.

«Un hito histórico»

«La misión española en Irak es un hito histórico: por primera vez España ha mandado una brigada multinacional constituida por cinco contingentes», aseguró el militar cinco meses después, cuando ya había empaquetado sus pertenencias para regresar a España y se disponía a pasar las vacaciones navideñas entre Ibiza, donde vivían sus padres, y Valencia, donde estaban sus cuatro hijos. «Han sido cinco meses de mi vida dedicados en cuerpo y alma a la misión. Me satisface profundamente haber tenido esta oportunidad», aseveró.

Irak fue una prueba muy dura para Cardona, que no pudo regresar con el contingente completo, su principal propósito (murió un sargento y siete especialistas del Centro Nacional de Inteligencia). El militar ibicenco fue testigo de excepción de unos hechos que ya son historia: el mismo día en que abandonaba Diwaniya para volver a España, las portadas de los periódicos de todo el mundo publicaban la foto de Sadam Husein capturado por militares estadounidenses. Era el fin de un régimen y también de una misión que había puesto a Cardona en primera línea de actualidad durante seis meses. Sin embargo, este militar ya estaba bregado en misiones difíciles: la de Irak fue su cuarta misión, la quinta si se cuenta su permanencia en el Sáhara cuando salió de la academia militar.

Cardona dirigió el primer convoy de ayuda humanitaria que cruzó el río Neretva en Bosnia, en 1992, cuando estaba sumida en la guerra que siguió a la desintegración de Yugoslavia; cuatro años después volvió y estuvo destinado en el Cuartel General de la División Multinacional Sur-Este en Mostar. La misión más importante hasta la de Irak le llevó a Kósovo en el año 2000, cuando ya como coronel se puso al mando del contingente español, integrado por 1.200 hombres y mujeres y que formaba parte de la Brigada Multinacional Oeste. Su objetivo era proteger a las minorías étnicas. Además, ha desempeñado comisiones de servicio en Jordania, Canadá, Francia, Portugal, Italia, Bélgica y Marruecos. Ha realizado cursos de operaciones especiales, paracaidista de alta cota, buceador de asalto, entre otros muchos, y tiene los diplomas de paracaidista de los ejércitos de EEUU, Portugal y Jordania.

Cardona relativiza el peligro de sus misiones: «Peligro hay cada vez que te subes a un helicóptero, y me he subido muchísimas veces», contestó cuando estaba en Diwaniya. Acostumbrado a las condiciones extremas, las que soportó en Irak, donde se superaban los cincuenta grados, no le resultaron especialmente penosas. Lo peor de aquella experiencia fue, sin duda, la muerte de los ocho españoles.

«Es leal, sincero, noble, trabajador y con ambición, en el buen sentido. Se apuntaba a todos los cursos. No hay ninguna duda de que se lo ha currado. Ha llegado muy lejos», reflexiona su compañero de adolescencia y juventud.

«Siempre llevo a Ibiza en el corazón», confesó Cardona desde Diwaniya cuando ya estaba a punto de acabar su misión y soñaba con pasear por Vara de Rey y encontrarse a «los amigos y conocidos de toda la vida».