Es el segundo año consecutivo que un elemento de carácter etnológico como es una sitja (una carbonera tradicional) se convierte en el centro de atención durante varios días en la celebración de las fiestas patronales de Santa Agnès de Corona.

La producción artesanal de carbón llegó a tener un importante peso específico en la economía de subsistencia de la isla, pero en un lugar como Corona, rodeado de grandes masas forestales, las tareas del bosque, y ésta entre ellas, eran primordiales. No en vano, buena parte de los maestros expertos en la dirección de sitges son naturales de Corona y en la localidad a todas las personas mayores de cuarenta años ese trabajo les resulta familiar y directa o indirectamente conocen la técnica de la producción de carbón.

No es el caso de los más pequeños, los alumnos que acuden al colegio de la localidad, en quienes pensaron de forma especial los componentes de la Asociación de Padres y Madres a la hora de incluir la confección de una sitja en el programa de fiestas patronales de Santa Agnès del año pasado. Lo explica Antoni Bonet, Besora, miembro de este colectivo y propietario de la finca conocida como sa Rota d´en Coca, donde se ubica la sitja que se preparó el año pasado y que este año se ha reproducido.

«Aquí, por iniciativa de la asociación de padres, se había desarrollado un programa de apadrinamiento de patrimonio que promueve el Consell Insular, en los que los vecinos hacen el trabajo y la institución paga los gastos. En él se recuperaron unas barraques de sitja y se limpió todo el entorno».

Este paraje fue aprovechado a partir de entonces por los alumnos del colegio, a los que se les dan nociones teóricas y prácticas de agricultura y tuvieron oportunidad de plantar árboles y realizar su seguimiento. Pero la recuperación que se había hecho de un espacio que durante mucho tiempo había albergado la confección de sitges permitía ofrecer a estos escolares otra lección en vivo y en directo de lo que fue una actividad primordial en Corona no muchos lustros atrás.

Antoni d´en Pujolet, uno de los maestros con quien se contactó, tiene a un nieto en el colegio y se tomó el encargo con gran entusiasmo. «Se montó la sitja y supuso una experiencia muy bien acogida por todo el pueblo, por lo que este año, se ha repetido». Se ha incluido en el programa y desde que se prendió el viernes por la tarde hasta hoy o mañana que se calcula que durará la cocción, es el centro de atención del programa. Luego hay que dejar que el carbón se enfríe y el próximo fin de semana se sacará. Se espera recoger una quincena de sacos de 15 kilos, unos 200 kilos en total. Se trata de una sitja pequeña. Antes de una sola a lo mejor sacábamos 1.500 kilos de carbón», afirma Pujolet.