La intensa explotación agraria que han venido sufriendo el Pla de Vila y el de Sant Jordi, iniciada con la construcción masiva de molinos hace más de cien años, que extraían agua del acuífero superficial, se acentuó considerablemente con la llegada de nuevas tecnologías. Esta explotación conllevó la pérdida de la calidad del agua del acuífero, al salinizarse por la entrada de agua marina.

Datos recientes ponen de manifiesto la existencia de contenidos de sal superiores a 2.000 mg/l, un índice extremadamente elevado.

Para combatir estos problemas, el libro del Govern subraya que está en proyecto la reutilización de aguas residuales regeneradas para uso agrícola, que permita una sustitución progresiva de las aguas subterráneas.

El acuífero de estos llanos agrícolas –aunque cada vez más residenciales– está constituido por sedimentos procedentes de las montañas de sa Serra Grossa y que se han ido deslizando pendiente abajo por las lluvias. El nivel freático está muy cerca de la superficie del terreno, pero la intensa explotación ha generado una entrada de agua del mar que deteriora su calidad.

Un acuífero de sedimentos

El acuífero del Pla de Vila está formado por sedimentos procedentes de las montañas. El nivel freático está muy cerca de la superficie.

Entrada de agua marina

La excesiva perforación de pozos, a menudo a gran profundidad, ha facilitado la penetración del agua salada, lo que ha provocado que muchos pozos extraigan agua salobre.