Un caracol intrépidamente encaramado a un arbusto es el habitante de ses Salines que dio el premio a la mejor foto a Raquel Díaz Bourgón, aunque la ganadora, que no pudo estar presente en la gala de celebrada anoche, no tuvo oportunidad de comprobar la gran cantidad de estos moluscos testáceos que concurrían a esta convocatoria.

El maratón fotográfico de ses Salines, organizado por el Parc Natural, ha llegado a su quinta edición, aunque hace ya ocho años que esta área natural vio reconocidos sus valores medio ambientales. Esta última edición, cuyos premios se entregaban anoche en el Club Diario, ha conseguido un extraordinario nivel de participación. Un total de 67 aspirantes había enviado sus instantáneas a alguna de las categorías, aunque sólo tres podían ser seleccionados por el jurado que conformaban los fotógrafos Sebastià Torrents y Rafa Domínguez; Oliver Martínez, integrante del GEN y la directora del parque, Paula Goberna.

El premio a la mejor serie fotográfica fue para Lucas Marí Thomson por un conjunto de imágenes en las que había otorgado más valor al hábitat que al habitante. Sus fotografías de inspiración arquitectónica cautivaron al centenar de asistentes a la gala de entrega en la que también hubo un reconocimiento para Alfonso Molina Fernández, ganador de un accésit por su retrato de un grupo de hombres conversando en una cafetería de ses Salines. Molina, que curiosamente había resultado ganador de la mejor foto en la anterior edición de este maratón, consiguió el beneplácito del público con esa instantánea en la que supo captar la existencia de una comunidad, con sus rutinas diarias y su convivencia, en el marco del ses Salines. «En cuanto la he visto he pensado: ésta se lleva algo», confesaba un espectador al fotógrafo aficionado.

Los premiados recibieron sus galardones de manos de Goberna tras una proyección de todas las imágenes presentadas a concurso. La directora del Parc Natural explicó que este año se ha tenido que retirar una decena de series fotográficas porque no cumplían las bases de este concurso y, aún así, se ha batido un récord de participación en el maratón.

Entre las que sí fueron admitidas en la convocatoria había una gran variedad de perspectivas. Los concursantes han focalizado este año objetos de índole muy diversa que permitieron percibir a través de la proyección el ambiente que se respira en el entorno del parque. Una vieja puerta de madera pintada de azul, un ventanuco cubierto por una reja, un esporádico deportista corriendo por la orilla de la playa, un grupo de ciclistas entrenando junto a los estanques, una pareja paseando a su perro cerca de las dunas, la torre de defensa, las chimeneas de una casa tradicional, la deteriorada fachada de la iglesia de Sant Francesc, una empinada escalera de acceso a una vivienda, la escultura del salinero, una edificación de aspecto colonial, pozos, sabinas o un grupo de macetas con geranios en fila de a tres junto al alféizar de una ventana.

Las imágenes recogidas y presentadas por los participantes prueban algo evidente, que en ses Salines hay vida, y recuerdan algo que se suele tener menos en cuenta, que también hay viviendas.