Inesperadamente, Elías Torres se vio envuelto en 1992 en un viaje que en realidad deseaba hacer desde siempre, aunque no supiera cuándo. Sus dibujos surgieron de manera natural, como apuntes de viajero en un lugar donde, además, estaba prohibido tomar fotografías. Fue un viaje lleno de descubrimientos.

—¿Cómo surgió la idea del viaje a Chandigarh?

—Los viajes son aventuras. Me apunté a un viaje como este cuando estábamos en Burdeos con motivo de una exposición. Dábamos un paseo un grupo de arquitectos por el Pessac, la urbanización, ahora medio destrozada, que hizo Le Corbusier en esta ciudad francesa, y Enric Miralles me dijo que dentro de una semana se iban a Chandigarh. Se me abrieron las antenas, los ojos y los oídos y le pregunté si había sitio para mí. Me dijo que le llamara el lunes y que me lo diría. Le llamé o me llamó él, ya no me acuerdo, y me dijo que quedaba una plaza. Me apunté sin dudarlo ni un segundo y ha sido el viaje más divertido que he hecho nunca. Fue un viaje de descubrimientos, en un país que ninguno de nosotros conocíamos.

—Y decidieron ponerse a dibujar...

—Los arquitectos estamos acostumbrados a dibujar para comunicarnos, así que es normal que dibujáramos allí también, y sobre todo porque no nos dejaban hacer fotografías, estaba prohibido, pues se trata de una zona conflictiva. De todas formas, también hicimos algunas fotografías... Descubrimos cosas extraordinarias, como por ejemplo el tejado del secretariado de la ciudad, que estaba lleno de gente, cocinando, haciendo guardia, etcétera, como si fuera una plaza, pero diez pisos más arriba del nivel del suelo. Cosas que Le Corbusier había imaginado de una manera muy abstracta, pero no tan real. Lo importante, de todas formas, es que se trata del intento de una persona de imaginar lo que debería ser vivir de un modo determinado y conseguir ponerlo en práctica.

—¿La mayor ambición de un arquitecto es crear una ciudad?

—No lo creo. Fundar una ciudad es un acto muy difícil, tiene que haber una semilla previa, cosa que no existía en Chandigarh, lo que al mismo tiempo la convierte en más apasionante, a pesar de sus muchos fallos. Más que fundar ciudades, hay que reformar las viejas, tirar abajo lo que no sirve y hacer cosas nuevas, transformarlas.