La empresa Tragsa, que lleva a cabo por encargo del Consell Insular el servicio de detección y control de la plaga del picudo rojo (becut vermell), que amenaza la población de palmeras, ha tenido que intensificar su trabajo en los últimos meses. Los controles se efectúan desde al año 2007, pero ha sido en los dos últimos meses cuando los casos se han disparado de manera alarmante.

El coordinador técnico de la conselleria de Agricultura del Consell Insular, el ingeniero agrónomo Javier Pablos, admitió que la plaga se ha expandido de forma que ha sobrepasado las previsiones del departamento de Sanidad Vegetal, aunque, de momento, se espera poder controlarla y erradicarla de la isla sin que se tengan que aplicar métodos curativos como ocurre ya de hecho en otras comunidades, como la valenciana.

Hasta el momento la plaga se ha combatido a base de destruir todas y cada una de las palmeras que se han detectado infectadas y aplicando después un protocolo de actuación que incluye el tratamiento preventivo de los árboles de esta especie situados en las inmediaciones.

También se marca un perímetro de un kilómetro alrededor de la palmera destruida en el que se hace un control de todos los ejemplares, y otro perímetro de seguridad de diez kilómetros en el que se prohíbe cualquier movimiento de palmacias.

La destrucción de la palmera afectada consiste en cortar el árbol a ras de suelo y transportarlo al vertedero insular, donde se deposita en un hoyo en la tierra y se cubre luego con capas y más capas de basura.

La primera palmera infectada por esta plaga en la isla de Ibiza se detectó en 2007 en el aeropuerto. Ese año se destruyeron siete ejemplares. En 2008 se localizaron focos en Sant Jordi, Santa Gertrudis, Sant Miquel, Cala Llonga, Sant Mateu, Jesús y es Cubells, y los ejemplares destruidos fueron doce.

El presente 2009 la evolución del picudo rojo parecía estancada y desde el 1 de enero hasta el 20 de agosto sólo se tuvieron que destruir tres palmeras. Pero a partir de septiembre los avisos sobre focos de la plaga se dispararon, de forma que desde el 21 de agosto hasta el 25 de noviembre se han destruido 38 ejemplares.

Durante este tiempo se ha llevado a cabo un inventario de palmeras que incluye todas las ubicadas dentro del perímetro de seguridad de diez kilómetros alrededor de cualquiera de los focos, con lo que se considera que se abarca toda la superficie insular. Según este informe, existen en la isla 75.191 palmeras.

El servicio ha revisado mensualmente los radios de actuación, ha efectuado controles trimestrales de viveros y plantaciones, se han controlado las importaciones y movimientos de palmeras, se ha realizado una campaña formativa de profesionales (jardineros y viveristas) y otra de información para divulgar las medidas oficiales tendentes a frenar la plaga.

A pesar de todos estos esfuerzos, el picudo rojo no ha dejado de avanzar, hasta el punto de hacer plantear al departamento de Sanidad Vegetal la posibilidad de acometer los métodos curativos para luchar contra el peligroso escarabajo.

El picudo es un insecto muy gregario, de forma que en una sola palmera pueden concentrarse hasta 300. Suelen localizarse muy cerca del ojo de la planta, donde pueden encontrarse a la vez en todos los estadios (larva, capullo-pulpa y adulto).

Atacan a la palmera mordiendo sus hojas tiernas y después barrenan en el tronco. El primer daño que se observa desde el exterior es la caída de algunas hojas del interior de la corona. Al estirar las hojas caídas se desprenden fácilmente, con lo que se podrán observar las mordidas en la base de la palma.

Un síntoma evidente de que una palmera está infectada es que sus hojas se acolchan, con lo que la planta toma un aspecto de seta. Como que el insecto ataca duramente al ojo, la planta muere en poco tiempo.

Javier Pablos considera que este avance espectacular se ha debido a factores climatológicos, ya que su expansión ha coincidido con un periodo de frecuentes lluvias (las de septiembre) y con un otoño extremadamente cálido, condiciones que favorecían la expansión del coleóptero.

El técnico asegura que actualmente su departamento no tiene noticias de que haya ningún otro ejemplar infectado en la isla, dado que, en este caso, los servicios de control deberían actuar inmediatamente, y espera que con la llegada del frío la plaga deje de avanzar.

Recuerda que entre las disposiciones dictadas expresamente por la conselleria de Agricultura está la prohibición absoluta de prácticar cualquier tipo de poda hasta el mes de febrero, dado que al cortar la fibra del árbol se segregan unas hormonas que atraen al picudo.

Asimismo, se están controlando todas las palmeras que llegan a la isla. Deberán ir acompañadas de pasaporte fitosanitario y autorización del departamento de Agricultura.

El próximo jueves, 10 de diciembre a las 11 de la mañana, el servicio de Sanidad Vegetal presentará el balance de las campañas realizadas este año contra el picudo rojo de la palmera, la mosca de la fruta que ataca a los cítricos y la Tuta absoluta del tomate.