Más de 80 sandías se convirtieron ayer en manos de los 250 alumnos del Colegio Guillem de Montgrí de Sant Antoni en divertidos y terroríficos fanalets. Comenzaba así la fiesta de la trencada de pinyons, la tradición ibicenca de celebración de los difuntos, que compite en dura lucha con la cada vez más extendida Halloween.

Durante toda la mañana, el porche del colegio se convirtió en un gran taller en el que todos los grupos de Primaria pintaban, recortaban y después vaciaban las sandías, todas ellas de la finca de un pagès de Can Sastre de Sant Miquel que las regaló al centro. Estos candiles sirvieron para ambientar las aulas, donde los tutores contaron historias terroríficas con las luces apagadas. «Desde hace años todas las historias que contamos en la trencada giran en torno a la mitología tradicional ibicenca: los barruguets, fameliars y follets», explica el director del centro, Javier Rey Outeiriño. Ni rastro de Freddys, Jasons y demás mitos del terror americano.

Los frutos secos son los grandes protagonistas del día. Mientras dos castañeras asaban castañas para los niños, éstos cascaban nueces, cacahuetes y pistachos con piedras, con las manos y con cascanueces provocando una acompasada banda sonora. «Esa es la gracia, no se pueden traer frutos secos pelados porque la fiesta consiste en trencar», añade el director.

Por su parte, los alumnos de Infantil disfrutaron de la obra de teatro ´La Castañera´, protagonizada por sus propios profesores disfrazados.

La actividad del patio pasó luego a las aulas, donde confeccionaron máscaras de brujas y cantaron la canción de ´La Castañera´ y el tradicional ´Marrameu torra castanyes´. Los cinco alumnos de Educación especial han participado en todas las actividades al igual que sus compañeros.

«Hace muchos años que el centro celebra esta actividad para fomentar la tradición pitiusa», añade Rey, pero tampoco se libran de la cada vez más pujante Halloween, ya que hoy el centro celebra una fiesta con este motivo, «Aunque es fuera del horario escolar», matiza el director. «La tradición ibicenca marca que en la noche de Todos los Santos se sacan todos los frutos secos de cáscara para cascarlos y no hay que perder la tradición de la isla», remarca.

Así, según la costumbre pitiusa, las fiestas de invierno se inician con la celebración de la fiesta dedicada a los difuntos –los dos primeros días de noviembre– con la trencada de pinyons, la degustación de granadas (magranes) y panellets la tarde Todos los Santos. Una vez que termina la fiesta no se han de retirar los restos de cáscaras que quedan sobre la mesa sino que se deja todo tal y como está. Además, se enciende un candil de aceite toda la noche para que las almas de los familiares difuntos puedan encontrar la casa y compartir la comida de la fiesta. Sin embargo, después del vaciado de sandías y de cascar los frutos secos el personal del Guillem de Montgrí se tuvo que remangar para dejar el patio en perfecto estado de revista.