El Ayuntamiento de Ibiza, junto con el Consell, pondrá en marcha un sistema de bicicleta pública para el municipio el próximo mes de diciembre. La iniciativa ha surgido después del éxito que han experimentado otros sistemas en ciudades como Barcelona, Girona, Sevilla o Córdoba.

El Consistorio distribuirá 500 bicicletas en estaciones separadas por unos 300 metros y no habrá ni en Platja d´en Bossa ni en Talamanca, según confirmó anteayer el concejal de Movilidad, Joan Rubio, durante una conferencia del ciclo sobre movilidad que se celebra en el Club Diario de Ibiza. El sistema estará automatizado y desasistido, sólo habrá que validar una acreditación para coger la bicicleta y pagar una penalización si el usuario ocasiona algún desperfecto. El mantenimiento del servicio se realizará periódicamente y contará con vehículos eléctricos para la redistribución de bicicletas.

Joan Valls, responsable técnico del bicing de Barcelona, explicó los beneficios de la bicicleta sobre el resto de medios de transporte, privados y públicos. Según Valls, la bicicleta supone un medio cómodo y económico que «servirá para cruzar en seis u ocho minutos los dos kilómetros que habitualmente se recorren en la ciudad de Ibiza, que serían 20 minutos a pie y cuatro en coche, sin contar con el tiempo que se tarda en aparcar».

El proyecto, que está marcado por la experiencia del bicing en Barcelona –tiene 200.000 abonados y va a extenderse a la zona metropolitana–, no comenzará tímidamente como lo hizo la girocleta de Girona con 15 estaciones. El Ayuntamiento hará una campaña de promoción del sistema público pero apuesta por fomentar también el uso de la bicicleta privada, para las que esperan tener «estaciones de aparcamiento», aseguró Rubio, con el fin de evitar los robos.

Con la misma intención, Valls recomendó elaborar un registro de bicletas. Pese a las más de 500 bicicletas que el Consistorio prevé que circulen por Ibiza, no se modificarán las infraestructuras del municipio para crear un carril bici con señalización propia como ocurre en el resto de ciudades, ya que «no es necesario puesto que se irá ganando espacio al coche», afirmó Rubio.

Esto supone que las bicicletas circularán por la calzada, por lo que, según explicó Joan Valls, «los ciclistas deberán tener cuidado con la peligrosidad de las glorietas y se deberán modificar las ordenanzas municipales sobre circulación para dar ventajas competitivas a las bicis», con el fin de evitar las infracciones y los accidentes que se puedan derivar de compartir la vía. Un problema que Barcelona o Sevilla sufren con los peatones, ya que el carril bici está en aceras anchas de varias zonas.