Albert Pla Sánchez es un geógrafo catalán de 49 años que desde hace diez trabaja en el Planetario del Museu Marítim de Barcelona, departamento del que es su actual responsable. Confiesa que su pasión es la astronomía náutica en su vertiente histórica. Su especialidad no es pues el sextante, ni el GPS ni las nuevas tecnologías aplicadas al control de la esfera terrestre; en sus clases explica cómo los polinesios calculaban, a partir de movimientos de sus manos, la situación de las estrellas a su paso por el cénit.

Pla ha impartido este pasado fin de semana en Sant Josep un cursillo de iniciación a la astronomía, la navegación y la orientación. Algo para él tan básico como son una serie de nociones para orientarse en medio del mar y saber dónde dirigir el rumbo a falta de cualquier instrumento técnico, con la simple visión del firmamento o bien del punto por donde sale o se pone el sol.

—¿Los alumnos que han seguido son aspirantes a navegantes? ¿Qué perfil tienen?

—Era un curso gratuito, organizado por el Institut d´Estudis Eivissencs en colaboración con el Ayuntamiento de Sant Josep y los alumnos, muy variados. Desde gente que pesca, a otros que están en la marina o que no tienen ni idea pero que les gusta navegar. Era muy divertido, porque había gente de todas las procedencias.

—¿En qué ha consistido el curso?

—Hemos traído un planetario hinchable de casi cinco metros que hemos instalado en el colegio de l´Urgell y que nos ha servido para crear un marco adecuado. También hemos navegado una noche, con muy poca luminosidad, por cierto, pero el planetario es un instrumento estático que sirve para simular cualquier cielo, y allí les he explicado los principios básicos. La salida nocturna la hicimos en una fecha ideal, porque era luna llena y la puesta del sol coincide con la salida de la Luna. El problema fueron las nubes. De todas formas, se podían tomar medidas con las manos, hacer cálculos, prácticas que han entusiasmado a los participantes.

—¿Eivissa es un buen lugar para observar el firmamento?

—Sí, porque no tenemos mucha contaminación lumínica y tenemos mucho mar. A pesar de que los mejores cielos del mundo son desiertos muy elevados y fríos, aquí el entorno marino, sobre todo en invierno, te permite ver bastante. Además, aquí tampoco hay grandes montañas, por lo que los horizontes son bastante limpios. Vamos a ver, la humedad del mar y la sal no son elementos propicios para una buena observación, pero aquí, entre que no hay unos núcleos urbanos muy grandes y tampoco es el caso de la selva, con una naturaleza exuberante, podemos decir que las condiciones de la isla son buenas para mirar el cielo.

—De todas formas, para una buena observación, se supone que conviene salir de los núcleos urbanos...

—El cielo marino no busca la observación en profundidad y por medio de un telescopio de un objeto nebuloso, no. El cielo marino utiliza estrellas, la Luna y el Sol, que son brillantes, así como los planetas. Y todos se ven muchas veces, aunque el cielo no esté despejado. Se celebra el Año de la Astronomía porque recordamos el cuatrocientos aniversario del nacimiento de Galileo, pero en realidad en ese aspecto deberíamos hablar de astrofísica. Yo lo que hago es astronomía posicional: defiendo cuatro conceptos de matemáticas aplicados a la navegación, que es muy diferente. Para ello tengo suficiente con unas cuantas estrellas brillantes, sobre todo cuando salen del horizonte, cuando llegan a su meridiano.

—¿Se ha perdido la afición del público por la astronomía?

—Por la astronomía sí, por la astrofísica, no. Los cuatro conceptos básicos de la astronomía se han ido perdiendo por culpa de la tecnología. Y eso que el GPS (hablo del que se utiliza en el coche, no el del barco) acaba desorientando a los que lo utilizan mucho, dicen los médicos. Del uso y abuso del GPS se deriva que uno pierde el sentido innato que tenemos para orientarnos. Y yo digo que ese sentido innato es el que hay que mantener.