Margalida Llogat tuvo mala suerte. Quería mejoras para las trabajadoras de la fábrica de calcetines de Can Ventosa así que el sindicato que presidía, Unión Obrera Femenina (UOF), convocó una huelga el 13 de julio de 1936, cinco días antes del golpe de Estado que desencadenó la Guerra Civil.

«Esto agravó la situación y en los primeros días de agosto Margalida era encarcelada», explica la responsable del Arxiu Històric Municipal, Fanny Tur, quien mañana a las ocho y media de la noche hará un perfil de esta mujer en la conferencia `Dona i sindicalisme´, organizada por la asociación Dones Progressistes y en la que también participa Àngels Cardona, secretaria de Dona del Sindicat de Treballadors de l´Ensenyament de les Illes (STEI).

Las compañeras de Margalida en la fábrica que han hablado con Fanny Tur aseguran que esta mujer se preocupaba por todas las trabajadoras, a las que ofrecía charlas sobre sus derechos.

Esta inquietud social y reivindicativa de la que fuera primera sindicalista ibicenca no era muy normal en la Eivissa de los años 20 y 30. Margalida tenía contacto con los libros, había aprendido a leer y escribir y «participaba en reuniones con otros jóvenes comprometidos de la época, como el folclorista Joan Castelló Guasch», señala Fanny Tur. Además, sus hermanos Joan y Vicent formaban parte de las Juventudes Socialistas.

Margalida Llogat ingresó en la prisión central de mujeres de Palma pensando que acabaría allí sus días. Y es que la condena era de cadena perpetua por «delito consumado de adhesión a la rebelión». Además, se le impuso una multa de 4.666,6 pesetas, toda una fortuna para la época. «Ni ella ni su madre, viuda, podían hacer frente al pago, así que les expropiaron la casa de Dalt Vila en la que vivían y una feixa del Prat de ses Monges», comenta la historiadora. «Más que una expropiación, aquello fue un robo», apunta.

Sin un lugar en el que vivir en Eivissa, la madre de la sindicalista tuvo que acogerse al Hospital de Beneficencia. «Escogió el de Palma para estar más cerca de su hija», señala Fanny Tur. Esperanza inútil ya que Margalida no vio nunca a su madre. Ni siquiera le permitieron visitarla en el lecho de muerte ni acudir a su entierro. «En algunas de las fotos de la prisión se ve cómo pasa de llevar vestidos claros a ropa negra de luto tras el fallecimiento de su madre», añade.

Denuncia de una compañera

La historiadora explica que fue una ex compañera de Can Ventosa quien denunció a Margalida por estar en el sindicato. «Otras trabajadoras con las que he hablado dicen que la despidieron y que incluso la habían visto tirando piedras contra los cristales de la fábrica. Luego la denunció», apunta. Fanny Tur explica que las mejoras que pedía la primera sindicalista ibicenca para las empleadas de la fábrica eran simplemente de horario y de salario. «Todas le tienen mucho cariño y no entienden cómo pudo acabar en la prisión porque creen que era muy buena persona y no se lo merecía.

Incluso en aquella época en que en Eivissa todo el que había estado en la prisión quedaba marcado, de su encarcelamiento la gente decía que había sido una injusticia», añade. De hecho, la responsable del Arxiu asegura que estas mismas trabajadoras reconocen que los jefes de Can Ventosa eran bastante comprensivos con ellas y que a alguna de ellas incluso le permitían «no trabajar los sábados para poder ir a ver a su marido, que estaba en es Campament de Formentera».

En 1943 a Margalida Llogat le conmutan la pena de cadena perpetua por doce años y un día de cárcel. «El 19 de septiembre de ese mismo año salió de la prisión», comenta la responsable del archivo. Pero no disfrutó de una libertad total. La sindicalista no podía abandonar su domicilio más que para las obligaciones laborales y los deberes religiosos.

Margalida Roig Colomar salió de la prisión pero la vida que le estaba esperando en Eivissa no era mucho más fácil. Para una mujer que además acababa de cumplir condena no era fácil encontrar trabajo. Ni siquiera si, como en su caso, sabía leer y escribir.

Margalida encontró una casa en Dalt Vila, muy cerca del que había sido su hogar antes de la condena y poco después se casó con Joan Bonet, un hombre que la entendía. «Era del Partido Comunista y había pasado una temporada en el campo de concentración de Formentera», comenta Fanny Tur. Ambos tuvieron tres hijos, dos niños y una niña.

Margalida murió en 1966, a los 58 años. «Fue una mujer con mucha luz», comenta Fanny Tur, que confiesa que desde que conoció la existencia de esta extraordinaria mujer hace unos años para los libros `Dones i treballs´ y `Dones i èpoques´ no ha podido dejar de intentar averiguar más cosas sobre ella. «Merece que la recuperemos del olvido», señala. Y en ello está. Recogiendo toda la documentación sobre Margalida Roig Colomar y hablando con todas las personas vivas que la conocieron.