Si, ahí está el nombre, Ibiza, esa isla de la que tanto he oído hablar a mis generaciones anteriores; familiar, cercana, mediterránea, acogedora, sensual, tranquila. Luxe, calme et volupté, que decía el poema, un lugar al que escapar, dormir bajo una higuera con la batuta de la chicharra sin miedo al frío, donde el tiempo pasa de forma diferente, aguas oxigenadas y transparentes por las praderas de posidonia, puestas de sol sobrecogedoras, una onírica mezcla entre el azul del cielo y el verde del pino Halepensis hacían que aquello pudiera ser el parangón del paraíso mediterráneo cantado por Kavafis y Homero. Pero, ¡ay que con el modelo turístico del siglo XX y XXI hemos topado! Decía un empresario en un diario de tirada nacional este mismo agosto que era la isla perfecta para olvidarse de once meses de curro, aunque yo creo que si uno está mal durante once meses y bien solo uno debería de plantearse que está haciendo con su vida.

Apenas un día en San Antonio fue suficiente. Poco se diferenciaba de aquellas vacaciones de mi infancia en sitios como Salou, Lloret o Torrevieja, que en cuanto pude traté de evitar. No venía sino a confirmar que allí también se daba ese modelo de turismo basura (que ni siquiera deja dinero en los países de destino) promovido por políticos y empresarios al alimón, verdaderas medusas en toda esta historia. Lugares en España y en el mundo pagan esa forma de plantearse la existencia.

Preciosas calas llenas de basura, plásticos varios, colillas y más colillas, la pretendida autovía, el ruido, los motores, los cientos de yates fondeados ilegalmente que no dejan que te sumerjas a gusto en ese precioso mar agredido, que vacían su mierda de luxe.

Quiero pensar que otra Ibiza es posible, que hay gente que se evade y divierte sin entrar en ese modelo, en ese hedonismo de cartón piedra que nos venden como lo mejor. ¿Qué será de ese paraíso cuando está llena de discotecas, apartamentos, hordas ingentes de paquetes vacacionales cutres y trogloditas? Me gustaría saberlo. Si esto sigue así, ¿a dónde nos vamos a escapar?