Tenía curiosidad por saber qué percepción podía tener un ibicenco que viviera fuera de la isla y utilizara para venir a las Pitiusas el Programa de Turismo del Imserso. Era mi caso. Con 73 tacos y viviendo como vivo en Barcelona, podía sumarme a la troupe de vejetes que apuestan por Ibiza. Dicho y hecho. Antes de hacer el viaje, me sorprendía que amigos de mi misma quinta comentaran positivamente su experiencia. Y me sorprendía porque, ya se sabe, la imagen de desmadre que tenemos los isleños de puertas afuera me hacía presagiar lo peor. La excursión podía hundirme en la miseria, sobre todo, conociendo la isla del derecho y del revés, cosa lógica en quienes hemos crecido en la isla. Y porque también me temía que el guía de turno nos hablara de 'Atlantis', de las 'Puertas del Cielo' y aberraciones toponímicas y míticas parecidas que ya vienen en algunos mapas y guías de viaje.

Me equivoqué. Mi mujer y yo estuvimos en un hotel céntrico de Santa Eulària, un cuatro estrellas en el que tuvimos una habitación enorme con vistas al mar. Gozamos de un servicio amable y familiar, de un bufet libre de los que sales con unos quilos de más; tuvimos el preceptivo soporte médico en el propio hotel todas las mañanas -los vejestorios, ¡ya se sabe!-, y con un amplio programa de salidas guiadas, dos de ellas marítimas, además de visitas a Dalt Vila, a las cuevas d'en Marçà a los mercadillos hippies, etc. Si tuviera que recoger algún 'pero' que pudiera mejorar la oferta advertiría que resulta cara la excursión a Formentera, casi 100 euros por persona. Pienso que es algo que debería corregirse.

Si el Imserso y en su caso Mundiplan consiguen precios módicos en los billetes aéreos y en los alojamientos hoteleros, no se entiende que en temporada baja y tratándose, como es el caso, de grandes grupos -además de jubilados-, no se consigan mejores precios para visitar Formentera. Y tampoco estaría mal que se insistiera en los aspectos patrimoniales y culturales de las islas, historia, yacimientos arqueológicos, salinas, iglesias, arquitectura rural, etc. Sin dejar de subrayar que no existe ninguna geografía de tan reducidas dimensiones que por tantos motivos sea Patrimonio de la Humanidad, Dalt Vila, el poblado fenicio de sa Caleta, la Necrópolis fenicio-púnica del Puig des Molins y las praderas de posidonia. En cualquier caso, la experiencia ha sido más que correcta y conviene decirlo.