Dicen los machistas, a modo de redención, aquello de «detrás de un hombre de éxito siempre hay una gran mujer» (burda excusa de los que no creen ni en la mujer, ni en lo de gran). En la ocasión que nos ocupa desde la semana pasada nunca sabremos si primero fue Pepo o fue Patricia. Personalmente Patricia? la conocí por las calendas del 2003 al tiempo que empezamos la aventura de 'Los Lunnis' en TVE y empezó a plasmar aquellos 'savios' muñecos en papel y 2D. Luego vino el diseño (obra propia de pies a la cabeza) de 'Mira Sa Tele' para IB3 y 'Zagales' para Aragón TV? Yo no sabía ni de la existencia de un tal Pepo Rubio, que a estas horas se ha convertido en personaje de referencia en mi atardecer profesional. De ahí que Patricia Gea tenga capítulo aparte en 'Formentera. Una mirada enrere'. Su visión sencilla de lo que expresa el escribidor y los 'autores' de las historias, se refleja en cada trazo de su 'lápiz' para que entendamos la mirada de la Formentera que se quedó en un ayer pero con vigencia de hoy. Peces, virots, algún llaüt y más, muchos más dibujos que ilustran historias que nos ayudan a entender vivencias que han permanecido escondidas tras los muros de esta o aquella casa payesa de Formentera y que Pepo Rubio (su compañero del alma y de deberes familiares, que no sólo de 'alma' vivimos los individuos) se ha encargado de desempolvar a base de escuchar mil relatos de quienes no han querido dejarlos en el olvido.

No hay 'memoria histórica' sin que alguien conserve en su memoria las historias que no quisieron contarnos en su día. Ya al descubierto, Patricia se ha encargado de llevarlas con trazo suave, casi para que las entienda un niño, hasta quienes ahora no pueden distinguirlas de entre cuentos infantiles o relatos de mayores. Pero que a buen seguro mantendrán en sus mentes que aquel 'cromo' de la portada es un Pepo con mofletes y cierto aire de 'niño bueno' que nos quiere descubrir la Formentera que quiso engañar a la maldad. No quiero saber la historia que esconde el acantilado de la Mola desde el 'camino a Argelia', pero sí veo en el dibujo de Patricia los ojos tristes de un faro que se apagó una noche para esconder entre tinieblas a algunos de sus hijos escapando de una barbarie que nunca debió escribirse.