Unos dinosaurios. Como los que tan bien se les dan a Spielberg y a J. A. Bayona. Asomando el iris inyectado en sangre por el ojo de buey de la puerta de los quirófanos. O un bello unicornio. Rozando con sus crines irisadas los bisturíes y escalpelos de los sufridos profesionales del hospital ibicenco. Quizás entonces, sólo quizás, la consellera balear de Salud, Patricia Gómez, haría acto de presencia en Ibiza. Unas moscas, de momento, parecen no ser razón suficiente para que la máxima responsable de la sanidad balear coja un vuelo a la isla. Aunque las moscas hayan aparecido por tercera vez. Aunque debido a ellas se haya paralizado la actividad quirúrgica en Ibiza. Aunque demuestren que el flamante edificio no se construyó (o se planificó) como debía. Gómez no ha dudado en desplazarse a la isla para entregar premios a los profesionales, para darse pisto anunciando la puesta en marcha de servicios, para anunciar proyectos inminentes que no lo han sido tanto, para ver cómo funcionaba el Dogspital... Motivos, todos ellos, por los que su presencia era mucho menos necesaria que en la crisis de las moscas. O que la de Cas Serres. En la que también le costó lo suyo coger un avión y dar la cara. Patricia... ¿Y las moscas pa´ cuándo?