La obra de la travesía de Jesús parece una historia propia de un tebeo de Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio. Después de acabada, se ha tenido que reparar dos veces, la última... hace solo un mes. Ahora, resulta que esa última «reparación» estaba mal hecha y deben arreglarla otra vez. Las explicaciones de la consellera Pepa Marí resultan tibias, para tamaña tomadura de pelo: «Hemos hablado con la empresa y les hemos dicho que así no, que se lo tomen en serio». Estas palabras suenan más a charla blandengue de madre a hijo adolescente remolón con los estudios. «Tómate en serio el instituto». «Tómate en serio la carretera». Las obras para arreglar de nuevo la travesía provocarán el enésimo estallido de indignación de los vecinos y comerciantes, que ya han sufrido lo suyo por culpa de unos trabajos que fueron un desastre desde el principio. Las obras empezaron en noviembre de 2015, y desde entonces no hemos ganado para sustos ni para noticias surrealistas. Una carretera que parece hecha de plastilina, en la que aparecen socavones y grietas, se hunden imbornales y en la que los transportistas critican que no caben los camiones. El Consell le ha vuelto a pedir a la empresa a la que adjudicó las obras (en qué hora), Vías y Construcciones, que repare lo que había reparado... ¿Tan difícil es asfaltar una carretera y que no se hunda?