Es posible sentir nostalgia de lo que no se ha vivido o tristeza por lo que vendrá, de la misma forma que se siente el picor en un miembro amputado. Yo siento nostalgia por la Ibiza que el escritor norteamericano Elliot Paul describe con precisión de cirujano en ´Vida y muerte de un pueblo español´, que Gadir ha reeditado este mismo año. Por la Santa Eulària de la primera parte del libro, la de los primeros años 30, la de la vida. Esa isla aún inocente, transparente, en la que el Mediterráneo social y cultural atravesaba las biografías de todos sus habitantes. Esa isla que luego fue reventada por la Guerra Civil y décadas después desfigurada, para bien y para mal, por el urbanismo arrollador y el turismo de masas. Y sin embargo es absolutamente reconocible, porque es la Ibiza que todos, los que han nacido en ella y los que en algún momento de nuestras vidas la elegimos para vivir, intuimos y añoramos. Me quedaré con esa primera parte del libro, con sus bares progresistas y conservadores, con sus colmados, con sus pescadores, sus agricultores o sus camareros perfectamente descritos, con ese autobús en el que viajar a Vila era aún una aventura. ´Vida y muerte de un pueblo español´ debería de ser un libro de referencia en todos los institutos de la isla. Para conocer lo que aún queda del paraíso perdido y por qué es necesario defenderlo.