Me gustaría que llegase el día en el que tuviésemos que dejar de hablar de la violencia que salpica continuamente al mundo del fútbol. Pero, desgraciadamente, casi cada semana escuchamos de episodios que nos deberían avergonzar a todos. En Ibiza volvimos a sufrir uno el pasado domingo, en un encuentro de la Regional Preferente pitiusa. Durante el partido que jugaron el Inter Ibiza y la UD Ibiza en el campo municipal de Can Cantó el árbitro del encuentro, Ismael Santos Lara, fue insultado por varios aficionados interistas, que lo llamaron «cagón», «hijo de puta» y «maricón». También sufrió las iras de parte del público local Enrique Rivas, jugador visitante. Incluso, el entrenador del Inter, Carlos Fourcade, entró al campo para protestarle al colegiado una expulsión, le arrebató las tarjetas y las lanzó al suelo. Basta ya de comportamientos de este tipo. ¿Se creen ustedes que pueden ir a un campo de fútbol a insultar gratuitamente a un árbitro, por muy disconformes que estuvieran con su actuación? Están muy equivocados. Se les debería prohibir la entrada a cualquier recinto deportivo porque esa no es la afición que necesita el balompié. La pelota está ahora en el campo del Comité de Competición de la Federación Balear de Fútbol. Mano dura con los violentos, por favor. Nos sobran todos.