Mientras el Consell de Eivissa planea una nueva ruta marítima en la isla, los conductores siguen sufriendo día tras días los atascos en la carretera que lleva a la Villa del Río. Un amigo decía hace poco en Facebook que era más fácil salir de las drogas que de la carretera de Santa Eulària. No le falta cierta razón. No es solo cuestión de hora punta. Las caravanas se forman en cualquier momento y todos temen ya la llegada del verano. Si hay retenciones en temporada baja, los meses estivales prometen ser calentitos. Un buen servicio de transporte público y un eficiente entramado de carriles bici pueden quitar coches de la carretera. Esta semana cientos de personas han ido al Consell de Eivissa y a las pertinentes oficinas municipales a por las nuevas tarjetas de autobuses. Hay mucha gente dispuesta a dejar su coche en casa si se le ofrece un buen servicio. Los turistas mismos cogerían más el bus y alquilarían menos vehículos. Pero aquí seguimos estancados en si se abre o no la estación del Cetis. Si sembramos o no más asfalto. O si volvemos a inicios del siglo XX para ir en barco a otro lugar de la isla. Puestos a buscar soluciones 'peregrinas' podríamos retomar el sistema de burro-taxi, como en el pueblo malagueño de Mijas, donde es todo un reclamo turístico, o por barrer para casa, trineos tirados por cans eivissencs.