Hace unos años un periodista cultural de Ibiza tuvo el arrojo de calificar de ´tosco´ el estilo de un pintor en un artículo. El autor no se lo tomó nada bien y se lo hizo saber en un tenso encuentro en la calle. Hace poco un amigo de Facebook tuvo la osadía de criticar el bajo nivel de algunas obras que cuelgan en las exposiciones de bares y restaurantes de Formentera. Algunos tampoco se tomaron nada bien sus comentarios. ¿Por qué? Pues porque en las Pitiusas no existe la crítica de arte y, además, no se tolera. No hay licenciado en Arte, periodista especializado o director de espacio cultural que ose a escribir en papel u online sus opiniones sobre las exposiciones. Quien lo ha hecho ha pagado las consecuencias. Nos vemos en nuestro derecho de criticar a todo trapo en Tripadvisor la comida y el servicio de un restaurante pero pocas veces veremos algún comentario en esa plataforma del tipo: «Pedí ácido sulfúrico de postre para echármelo en los ojos y no tener que soportar la visión de los cuadros» o «la comida, a la altura de Ferran Adrià; los cuadros, a la de Cecilia Jiménez y su Ecce Homo de Borja». Si yo no supiese hilar una frase con otra no podría ser periodista; si un panadero hiciese las barras de pan con clavos, tampoco pero, ay, pobre del que ose decirle a alguien que lo que hace, no, no es arte y que ´artista´ lo es solo para su abuela, que le quiere con locura.