Conozco cómo funcionan los relojes de marca falsos, el resultado que dan los pantalones vaqueros de marca falsos, y lo cómodas que son las deportivas de marca falsas. Pero no tengo ni idea de cómo huelen los perfumes de marca falsos. De hecho, me da un poco de miedo olerlos, por si me envenenan. He ahí la diferencia entre la física, con la que estamos más o menos familiarizados, y la química, de la que lo ignoramos casi todo. ¿Un perfume de Loewe falso huele a Loewe al modo en el que un bolso falso de la misma marca se confunde con uno verdadero? ¿Se puede piratear un aroma como se piratea un libro? ¿Hemos alcanzado ya una capacidad falsificadora tal que somos capaces de duplicar un sentimiento, en el caso de que el perfume, como vienen a decir los anuncios, sea un sentimiento?

Lo de la oveja Dolly y el tema de la clonación en general nos parece una cuestión mecánica al lado de la copia de una fragancia. Si los olores se pudieran reproducir a gusto del consumidor, ya tendríamos en el móvil una aplicación con la que recuperar los olores de la infancia. Digo los de la infancia porque la memoria olfativa posee la capacidad increíble de reconstruir el escenario en el que los percibimos por primera vez. El otro día, en una farmacia donde todavía preparan fórmulas magistrales, me llegó desde la trastienda un olor a aceite de almendras amargas que llevaba años sin llevarme a la pituitaria. De súbito, se me apareció el salón de mi casa de entonces. Mi madre se encontraba sentada en un extremo del sofá y yo tenía apoyada mi cabeza entre sus piernas, ofreciéndole el oído para que me echara unas gotas de ese aceite que me había prescrito el otorrino. Recuerdo que mi madre, antes de proceder a la operación, calentaba el frasco, haciéndolo girar entre las palmas de sus manos. Tendría yo unos seis o siete años y mi madre, no sé, unos cuarenta.

-¿Qué desea? -me dijo de repente el farmacéutico.

Cuando salí de mi ensimismamiento le dije que quería lo que estaban fabricando en la trastienda, fuera lo que fuese. Sonrió señalándome que se trataba de un encargo. Pedí entonces una caja de Ibuprofeno y abandoné el establecimiento trastornado. ¿Se pueden falsificar las sensaciones?