El secretario general de la UGT volvió a defender, esta vez en la radio pública, el «derecho a decidir», amparándose en el hecho de que el Tribunal Constitucional modificó el estatuto de autonomía de 2006 después de que lo hubieran votado los ciudadanos en el preceptivo referéndum que prevé la Constitución para estos casos.

Sin perjuicio de que aquel procedimiento fue absurdo y reflejó una seria disfunción del modelo democrático español, a nadie se le oculta que el «derecho a decidir», un eufemismo inventado por los nacionalistas, designa el derecho de autodeterminación que correspondería a Cataluña por el hecho de ser una nación (correlación falsa, porque de las miles de naciones que hay en el mundo, sólo un puñado de ellas tiene estado propio). En consecuencia, la postura del líder sindical es connivente con las actitudes del nacionalismo identitario e independentista de Cataluña, lo que seguramente le descalifica cuando pretende aparentar posturas progresistas, internacionalistas, vinculadas a los problemas de España en su totalidad. En definitiva, es muy probable que muchos de los menguantes afiliados de la UGT no acaben de entender qué hace un sindicalista con este bagaje al frente de la organización.